Es de noche cerrada en La Habana y una multitud de pueblo está en la Plaza. Todos quieren ver a Fidel. No hay distinción de edades, ni de razas, ni se sexos, ni de nacionalidades. Son miles los que seguramente no dejarán cerrar el recinto sin antes haber mirado la figura viril del Comandante en Jefe, mochila al hombre, escalando la cuesta.
Eduardo García Arteaga, de España, lleva cuatro días en Cuba, junto a familiares y amigos. “Vinimos de Varadero expresamente a acompañar al abuelo en su último aliento.
“Desde que nacimos y tenemos uso de razón seguimos la política de Fidel y de su entrañable Revolución Cubana. Somos miembros del Partido Comunista de los Pueblos de España. Hemos venido 17 veces con esta, y uno de los años en que un ciclón pasó por Matanzas nos dimos cruce con él por la carretera.
“Me inspira el fervor revolucionario de Fidel, no solo por su pueblo sino por Latinoamérica y el planeta, la capacidad de llevar adelante esa batalla de ideas o aún más seguir llevándola aunque no esté físicamente; esa pureza de persona, esa fuerza que trasmitía, y muchísimos etcétera que no se pueden abordar en este día tan trágico”.
Que la niña no olvide este momento
Lien Achón García, trabajadora de una farmacia en Playa, empujaba el coche donde llevaba a su pequeña y en el pecho, entre las manos una foto de Fidel con el concepto de Revolución:
“Acudió de noche, porque nuestro Comandante es el ídolo de la Revolución, y gracias a él soy lo que soy, estoy muy conmovida y traje a la niña para que en el futuro no se olvide de este momento tan triste que está pasando nuestro país”.
Fidel amó mucho a los niños
Con voz entrecortada María Fernanda Cárdenas Pons, una alumna de cuarto grado, de la escuela Abel Santamaría del Vedado, me dijo: “Vine a ver el rostro de nuestro Comandante. Él era un buen luchador, un guerrillero, un combatiente, luchó por la libertad de Cuba y sobre todo amó mucho a los niños”.
Tantos jóvenes llorando a Fidel
Momentos de mucha tensión ha vivido en estas horas el joven historiador Javier Sanzo Díaz, especialista del Memorial José Martí.
“Me pasó un niño por delante con una bandera cubana, en la cual traía escrito algo para Fidel y me decía ´Yo quiero ponerle esto a Fidel´, pero claro acá adentro no se pone nada; cuando pasó la cola, lo busqué y lo llevé a las cestas que están allá afuera, a ponerla. Increíblemente cuando lo hizo, sonrió y marchó de nuevo en la fila que llevaba la multitud.
“Ha habido escenas muy fuertes: una señora en una silla de rueda que llegó el momento en que tuvimos que hablar con ella para que se retirara porque pensábamos que no lo iba a hacer nunca, estaba hablando con el Comandante, le decía que ya él no la escucharía, que ya no podría hablar con él, y le daba gracias.
“Es increíble como hay tantos jóvenes llorando por Fidel, no son solo los de las generaciones que me precedieron, los de la mía lloran y eso impresiona y he tenido que tragar en seco porque he estado con el público tratando de organizar. Ha sido un día muy emocionante.
Se agachó junto a la niña
El recuerdo más vivido que tiene Mayda Arce Sierra, la maestra de la Escuela José Luis Arruñada de Nuevo Vedado, de Fidel lo describió así: Él reinauguró la escuela mía en el 2001. Participó en un acto con la comunidad, mi aula de preescolar fue la primera donde él entró a compartir con los trabajadores y con los niños y tengo una anécdota muy bonita de Fidel ese día.
“Después que una niña de cinco años llamada Laura le recitó una poesía, tuvo un vómito y él se acercó a ella, se agachó porque el vómito tenía un color carmelita, y le hizo mil preguntas a la niña, hasta que ella le dijo que había tomado leche con chocolate, entonces le dijo al médico, ´te la dijo a ti ahora y voy a seguir, después me informas´. Eso dice mucho de Fidel, de su humanidad, de su grandeza.
“Nosotros tenemos un compromiso con Fidel, mi familia, somos humildes, y todo lo que somos se lo debemos a la Revolución, por primera vez en mi familia hubo universitarios después del triunfo de Enero del 59.
“Me incorporé a estudiar magisterio cuando Fidel hizo un llamado de Guerrilleros por la Enseñanza en el año 1970 más o menos, porque cada uno tenía que estar en el frente que necesitaba la Revolución, entonces mis padres me dijeron ´ahora te necesitan en el magisterio´, y así he llevado 40 años en esta profesión, gracias a Fidel”.