Al amanecer un vecino cercano con la voz entrecortada me dijo: Muere un gigante. Mi vecino tiene razón, pero como gigante al fin, sigue vivo y por triunfador siempre estará entre nosotros.
Para hablar de él irremediablemente lo hago en presente y creo que por mucho tiempo será así.
Casi increíble la noticia. La certeza de su perdida física “nos afectó a todos”.Conmovió. Paralizó. Incluso hasta los más pequeños, que solo lo tuvieron como referencia esencial, están asombrados.
En los rostros de las personas hay un pesar, el andar es ligero, una tristeza visible invade los lugares, se habla más bajo, se gesticula menos… y no por eso se deja de ser cubanos, sino todo lo contrario y se piensa entonces en su ejemplo, en su obra, en la fuerza de su pensamiento, en su legado imperecedero.
A Fidel se le admira por inmenso, por haber hecho triunfar a un pueblo y ese respeto se lo ganó por haber andado entre su pueblo.
A su paso por Villa Clara el Comandante en Jefe Fidel Castro estuvo entre ciclones, inundaciones o accidentes auxiliando damnificados. Esos, a los que ayudó en horas difíciles, lo lloran hoy.
También impulsó planes agrícolas como el Yabú, la Vitrina o institutos científicos como el INIVIT, el Centro de Bioactivos Químicos, el de Biotecnología de las Plantas, estos últimos en la Universidad Central, o los viales del Escambray así como el desarrollo turístico del nordeste de la provincia donde, a idea suya, se construyó el pedraplén Caibarién -Cayo Santa María. En todas esas entidades hay un Fidel que sus trabajadores guardan en sus memorias como la página más cuidada de un archivo, del cual se enorgullecen.
Otros , ya más personal, dicen sentir aun el calor de sus abrazos, la energía de su mirada, la firmeza de sus pasos y sus palabras, esas que neutralizan y llaman a la razón y la justicia. Todos le admiran y compartir con él, aunque fueran breves palabras, era un privilegio entrañable.
Ese es Fidel, un hombre del cual todos tienen una anécdota, una frase, una forma especial de verlo, ahora recordarlo, porque se le extrañará, se le honrará tal como se reconocen los paradigmas… Será para siempre el eterno, el inolvidable, el imprescindible, el necesario Comandante… o simplemente Fidel.
Para los villaclareños el Fidel que más se admiran es el que estuvo en la Plaza del Che. Ese que llegó y con la humildad de los grandes y saludó militarmente casi poniéndose a sus órdenes, y todos sabemos que era el amigo, al hermano de luchas, su primer Comandante en la Sierra Maestra.
A Fidel aquel día se le esperó en una concentración urgente. El pueblo fue a su encuentro y la concentración fue, según confesó años después, “un huracán de pueblo”.
En aquel discurso llamó a los villaclareños vencedores de dificultades y obstáculos, frase que desde entonces acompaña el espíritu de la provincia en aras de proponerse e impulsar nuevas metas, porque Fidel nos ha inspirado con su indeclinable en sus principios, nos hizo un pueblo que sabe alzarse ante derroteros y empinarse incluso desde el dolor que su perdida nos da, porque él es de esos hombres que se erigen por siempre: Hasta la Victoria.