José Manuel Cortina
¿Sabían que existen tres tipos de lanzamientos? Los que se usan para engañar, los que se utilizan para enseñar y los que se tiran para sacar out.
Detengámonos en cada uno. Los primeros son preferiblemente rompimientos. Se ubican en los bordes del plato a la medida de una pelota en conteo favorable y cuando se tiran de strike se hacen con el primer envío. También se hacen debajo en el conteo de strike para romper la estabilidad del bateador, pero jamás se realizan para sacar out.
Los lanzamientos para enseñar sirven de carnada al bateador y se ubican en el lado visualmente opuesto adonde hemos decidido colocar el lanzamiento para sacar out. Este último es aquel donde vamos a eliminar al bateador usando preferiblemente los pitcheos rectos, tirados en el momento justo. La velocidad máxima no la enseñamos siempre, solo la dejamos ver en los momentos en que más nos hace falta, para que no se adapten a nuestro ritmo.
Al señor pelotero Luis Giraldo Casanova le pregunté delante de varios lanzadores jóvenes en el estadio Capitán San Luis. ¿Cuál es el lanzamiento más difícil de batear? Se sonrió y respondió: “la recta”. Sí, pero explícales por qué, le dije. “Porque es la que más rápido llega al home”. Con esa frase resolvió dos horas de trabajo.
Pensamiento técnico táctico: la concentración
Muchos lanzadores no trabajan para dar el primer strike, cuando dominarlo es importante, pues con ello comienza a funcionar su táctica. Además, ese es el conteo que menos promedio tiene y a veces no nos percatamos que detrás están siete compañeros dispuestos a ayudarnos.
Los serpentineros deben llevar una estadística personal del porcentaje de los primeros strikes que tiran en sus juegos, con el fin de mejorarlo paulatinamente en cada subida al box. Lo ideal sería de 60 a 62 %.
Hay algo que demora más en llegar: la familiaridad psicológica del juego. En eso debemos trabajar duro, pues la autovaloración debe ser cada día mejor. Hay jóvenes que en el bullpen son muy buenos, pero cuando llegan al partido cambian. Muchos entrenadores se desesperan, pero hay que tener paciencia.
En el bullpen estás más tranquilo, puedes darte el lujo de cometer errores, no hay nadie para censurarte y no enfrentas al bateador; mientras que en el juego el árbitro decidirá lo que estás tirando, el público te hará sentir más tenso y tus compañeros confían en ti, eres el máximo responsable de lo que suceda. Crear tu imagen lleva tiempo, pero se logra con trabajo diario.
Los pítcheres se pondrán pequeñas metas para vencerlas a corto y mediano plazos. Para avanzar a algo superior deben estar convencidos que vencieron lo anterior. Disciplina mental, confianza, actitud, responsabilidad, preparación y mucha dedicación lo llevarán al éxito.
El serpentinero tiene que ser un eterno inconforme y por nada se puede relajar en un encuentro. Debe estar atento a todo y evitar los excesos de confianza, solo se permitirá un respiro cuando esté en el banco, pero rápidamente se pondrá a estudiar con su entrenador la próxima entrada.
Los momentos difíciles
Con los jóvenes debemos usar una estrategia de familiarización con el partido antes de llevarlos al box. Primero utilizarlos en situaciones cómodas para que ganen confianza, asignarles juegos con marcador desproporcionado en los cuales su responsabilidad no sea alta, y cuando así sea, tener detrás un compañero que pueda ayudarlo en cualquier momento y él se sienta protegido.
¿Cuántas veces hemos visto a un lanzador joven que está tirando un buen partido y cuando su equipo hace carrera cambia completo de actitud? Esto es normal, pues se percata entonces que depende de sí mismo y altera su ritmo, comienza a cometer errores y también presenta problemas con los bateadores de atrás en la alineación. Se contraen y vienen las famosas bases por bolas que tanto daño hacen.
Con el tiempo descubrí que el choque tiene tres innings con mucha más tensión que los otros para los serpentineros: el primero, el quinto y el noveno. La apertura es muy difícil pues se siente la incertidumbre de no hacerlo bien, no confían en su control, se notan extraños sobre el montículo, usan demasiada energía, están contraídos y se encuentran en dificultad.
La mejor solución para evitar eso es tratar de agrandar la zona de strike para ajustar su control. Quienes acumulan más experiencia comienzan tirando strikes grandes y se ajustan en la medida que se ponen por encima del bateador y alejan los envíos a los bordes del home sin exponer supremacía.
Muchos jóvenes se relajan cuando sacan los primeros dos outs y piensan que terminó la entrada. En la mayoría de los casos se desconcentran y pierden estabilidad.
Otro momento difícil es cuando el juego se hace oficial (5to), pues puede alterar el ritmo del pitcheo, así como el último inning, ya que el deseo de ganar provoca ansiedad y errores. La preparación también puede ser un factor de riesgo. El esfuerzo para buscar un extra cuando faltan las fuerzas lleva a equivocar la colocación de muchos lanzamientos.
La selección de envíos
Hay algo que hoy está de moda y va contra la creatividad del lanzador: dirigir el pitcheo desde el banco. No quiere decir eso que no deba existir una relación entre el pitcher y el entrenador para que en momentos difíciles este último pueda ayudarlo a decidir un lanzamiento, puesto que él tiene en sus manos toda la actividad que va realizando en el juego (pitching chart).
Hay disímiles opiniones sobre este tema, pero prefiero citar una que dio el desaparecido José Modesto Darcourt a la televisión nacional. “Hoy los serpentineros tiran 120 lanzamientos y descansan siete días. Cuando van hacerlo de nuevo se les olvido como trabajaron la última vez, así es difícil ganar el control”.
Es imprescindible recordar una regla del béisbol: lanzar es diferente a tirar, aunque mecánicamente parece ser lo mismo. Se pudiera concluir que el lanzador debe terminar sus juegos con la mente bien caliente de tanto pensar, su brazo fresco y el cuerpo cansado que no le permita ir a bailar. Así su brazo tendrá una larga longevidad para poderlo explotar n durante su vida deportiva.
El béisbol es un deporte netamente defensivo y no gana el equipo que más carreras haga, sino el que menos se deje hacer. Braudilio Vinent en el campeonato mundial de Japón 1980 dijo una frase que hoy es histórica: “Hágame una que de lo otro me encargo yo”, él contaba, además de su estelaridad, con una defensa magistral.
Relación pitcher- receptor
Conrado Marrero me contó en una ocasión: “El lanzador y el receptor son un matrimonio, donde el hombre es el lanzador, si no es así van al divorcio”.
El béisbol es un juego muy difícil en el que la observación constante da la oportunidad de adquirir grandes habilidades. Hoy casi todos los receptores reciben demasiado lejos del bateador para evitar golpes y eso los convierten en enemigo número uno de su pítcher.
La distancia correcta para situarse un receptor es estirar su mano enguantada y colocarla a 10 centímetros del codo del bateador. Si se ponen más atrás atentan contra el lanzador y el equipo por las siguientes razones:
Están más lejos para tirar a segunda donde los outs son todos por un pie; se encuentra más distante para fildear los toques de bola; los lanzamientos de rompimiento pasan más altos por el bateador y por tanto son más fáciles de conectar; los chuchos pican más lejos y son más difíciles de fildear; en los foul tip el ángulo se abre más y escapa del diámetro de la mascota y el lanzador ve a su compañero mucho más lejos.
Es cierto que muchos de los bateadores terminan hoy el swing de forma incorrecta y pasan el bate más allá de su línea media del cuerpo y atentan contra la integridad del receptor, de ahí que para defenderse de no ser golpeados ellos van más atrás.
Hoy vemos también a los cátcheres moverse a la izquierda o derecha del cajón de recibir, lo cual no hace falta porque descubre hacia dónde vamos a tirar, reduce la zona de strike y confunde al árbitro. Si tiene la curiosidad de medir la distancia que hay entre las rodillas del receptor descubrirá que duplica las 17 pulgadas del home play. Los colores de sus atuendos están hechos para que sirvan de puntos de visualización del lanzador.
Un receptor experimentado puede ayudar mucho a un serpentinero joven, pero este debe aprender a ser independiente. El mejor será aquel que es capaz de darle confianza a su lanzador para que tire lanzamientos sin temor a que se puedan escapar hacia atrás.
Un lanzador necesita tener familiaridad con lo que hace, poseer una buena mecánica y contar con una gran intelectualidad para lograr una buena carrera. Hoy la mayoría de nuestros lanzadores no saben batear y lanzan sin pensar en sus compañeros detrás.
La fórmula del siete dice que detrás del lanzador hay siete compañeros dispuestos a ayudarlos. Un buen bateador falla siete veces en 10 turnos. Encima del home play caben siete pelotas de béisbol y dentro de la zona de strike están 77 pelotas ¿Cuál es la razón para alejarlas del home?
Para terminar acudo a una bella frase de Dave Duncan, un gran cátcher de Grandes Ligas. “Cuando un receptor finalmente llega a conocer algo de este juego no hay la fuerza física para meter en práctica lo que sabe”.