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Que llueva café

Foto: Lianet Suárez Sánchez
Foto: Lianet Suárez Sánchez

 

“Este año no hay café”, es una de las frases que más se escucha, de quienes lo producen y de aquellos que no se despegan del ritual de beber una taza de la infusión, y observan de cerca esa realidad.

Lo cierto es que, según marcan los pronósticos, al cierre de la actual campaña las cifras no rebasarán las obtenidas en años anteriores, en tanto el aliciente está en un programa de desarrollo, el cual vaticina atenuar esa situación si se respetan las acciones contenidas en él.

Prepararse en pleno fragor

Muestra de lo que se hace en la provincia está en el municipio de Guisa, uno de los tres polos productivos de café en Granma.

En este territorio decrece, en un 50 %, su cosecha actual. Falta de estrategias organizativas, inefectivo tratamiento a las plantaciones de café y las no favorables condiciones climáticas fueron el aguijón a empeños menos adversos.

Pero para quienes llevan sobre sus hombros el peso de la responsabilidad no existe aún desesperanza o renuncia.

“Es cierto que no vamos a acopiar más que en años anteriores, no obstante estamos trabajando en aras de rescatar estos resultados”, asegura Rafael Batista Santiesteban, director de la Empresa Agroforestal Guisa.

“Para el año venidero tenemos previsto sembrar 105 hectáreas del cerezo, y los esfuerzos se encaminan hacia lograr unas 200, buscando así la forma de adelantar el programa de desarrollo. El plan ha sido analizado con los campesinos, de manera que cada cual conozca y participe en la transformación necesaria de sus cafetales, lo que les permitirá consolidar altos rendimientos”.

El directivo informó que el sector privado (asociados de las Cooperativas de Crédito y Servicios) aporta los mayores volúmenes del grano, aunque existen 12 unidades básicas de producción cooperativa y algunas granjas estatales insertadas en el programa, por lo que la perspectiva es llegar a sumar también importantes acopios.

Foto: Lianet Suárez Sánchez

 

Optimizar la calidad del grano —agregó Batista Santiesteban— es uno de los asuntos que nos ocupa porque así crece la economía de la empresa. Hoy los productores llegan hasta las despulpadoras y benefician allí mismo su recolección para garantizarles mejor precio y posibilidades de exportación.

Y por ese camino transita también el desvelo. De las 14 despulpadoras con que cuenta el municipio se ha logrado materializar cuatro ecológicas.

Estos sistemas garantizan un proceso eficiente y de mayores volúmenes, menos contaminación ambiental, aprovechamiento del grano y del recurso agua, porque se recicla, explicó Rafael Espinoza Morales, administrador de la despulpadora ubicada en Vegueta Larga.

“En la zafra anterior procesamos hasta 400 latas diarias, y como obtuvimos ganancias el salario se incrementó sustancialmente. Pero este año la cifra máxima ha sido de 150 unidades, lo que conlleva una disminución de los ingresos”.

Un elemento significativo es que el café de alta calidad se da en las zonas más intrincadas y de difícil acceso de la Sierra Maestra, a cientos de metros sobre el nivel del mar, por lo que la fuerza de trabajo en esa parte de la geografía es muy pobre. De ahí que muchos estén convencidos de que la oportunidad de ampliar las producciones descansa sobre el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), del cual existen dos granjas en esa parte del Plan Turquino.

El EJT también en la loma

“Llevo aquí 22 meses, ya me falta poco para terminar. Pero este tiempo me ha resultado muy útil porque he aprendido sobre la actividad agrícola y el valor del trabajo”, comenta Luis Armando Fajardo Arévalo, uno de los 107 soldados que pasa su servicio militar en la granja estatal Batalla de Guisa, ubicada en la comunidad de Vegueta Larga, a 28 kilómetros de la cabecera municipal y a unos 500 metros sobre el nivel del mar.

Las condiciones son especiales, resulta muy difícil llegar, pero vale la pena, pues se cultiva una parte del mejor café del país, afirma por su parte el capitán Yannier Martínez Rondón, quien con 29 años se encuentra al frente de la finca, con el encargo de sacarle el máximo provecho.

“La granja se creó en 1987 y en cada campaña ha incrementado los beneficios. Para la presente, el plan de recolección es de 5 mil 227 latas de café, pero nos hemos propuesto aportar un poco más. El 60 % del total es de primera calidad y es el más demandado en el mercado exterior.

“Una tarea que se impone es plantar otras 32 hectáreas, por lo que tenemos la fuerza de trabajo dividida entre cosecha y siembra. Las posturas son buenas y las obtenemos en la propia finca”.

Los jóvenes soldados, bajo la conducción de trabajadores de experiencia, además diversifican las producciones para el autoabastecimiento, tanto en tiempo de contienda cafetalera como en el resto del año cuando se fomenta el cultivo.

“Tenemos crianza de patos, más de mil 500, unas 2 mil gallinas ponedoras, así como ganado ovino y mular, este último imprescindible para transportar carga en estos abruptos parajes. El trabajo es duro, pero con el tiempo llega a gustarles a los soldados y a comprometerlos”.

Foto: Lianet Suárez Sánchez

 

Ajustar el futuro

En Granma los agricultores estamos enfrascados en cinco campañas que denominamos de frío, y una de ellas es la de café, que inició el pasado mes. Ese programa cerró el último año con resultados muy buenos pero los que esperamos del presente no son halagüeños, asegura Alexánder Rojas Pérez, delegado de la Agricultura en la provincia.

“Al valorar el estimado para deducir el plan del 2016 nos percatamos de que decrecía. A partir de esas señas creamos un grupo de comisiones que indagó acerca de lo que pasaba en los campos, y obtuvimos algunos elementos.

“Mucho del café cereza está vano y cuando se despulpa no da, ni dará, las toneladas que tenemos comprometidas”.

El cultivo pasó por un estrés hídrico muy fuerte, sobre todo en el momento de la floración y de cuajar el grano, como consecuencia un alto porciento no llegó a fructificar.

Para revertir estos reveses, teniendo en cuenta la importancia del rubro, las empresas productoras, Batalla de Guisa, Ataque de Bueycito, de Buey Arriba, y Bartolomé Masó, del municipio homónimo, aceleran los pasos del programa de desarrollo concebido hasta el 2020.

“Lamentablemente los resultados no se verán a corto plazo, aunque se hayan intensificado las tareas de recuperación y fomento. Las acciones se acortaron hasta el 2018, pero dentro de seis años es que se verán los frutos de lo que hoy hacemos.

“Como parte de las medidas estamos entregando más tierras en usufructo, creando otras granjas para el EJT, recuperando la actividad productiva en las entidades estatales y desarrollando las infraestructuras. Estas, entre otras acciones, nos permitirán alcanzar un estado favorable en cuanto a la producción”, enfatizó Rojas Pérez.

La campaña cafetalera culmina el 28 de febrero próximo, período en que es imprescindible recoger todo el grano. Con ese propósito también, directivos y funcionarios no desisten de visitar a productores, unidades productivas y despulpadoras en función de acopiar todo el café del territorio y ponerlo en manos del Estado. De esa forma se aminora el incumplimiento y se evita el desvío a destinos no autorizados.

El futuro del café en esta parte del oriente es predecible; enfrentar los retos del presente es la clave.

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