Para Raíza Batista Acosta resulta frecuente hallar objetos de valor o dinero en efectivo al momento de acondicionar una habitación en el hotel Parque Central donde labora como camarera.
Mas lo usual no empequeñece la relevancia del gesto honesto, desinteresado y solidario hacia la persona que extravió o dejó olvidada alguna de sus pertenencias. Tal acción le proporciona a Raíza sosiego, satisfacción espiritual y algo tan reconfortante como el deber cumplido.
“Cuando un cliente, al retirarse del hotel, deja algo olvidado en la habitación mi deber es comunicarlo de inmediato al departamento correspondiente”, explicó.
Uno de los momentos que más recuerda fue cuando debajo de una almohada encontró un teléfono móvil. “Pertenecía a un turista argentino y procedí según lo indicado.
“De la recepción llamaron para informarme que el visitante quería agradecer la entrega del celular. Me abrazó casi llorando. Para él lo más importante no era precisamente aquel objeto, sino unas fotos de su esposa y las de un familiar de ella, fallecido, que contenía el teléfono”.
Dos billeteras con 250 libras esterlinas, una cámara fotográfica Nikon valorada en mil 400 dólares, 10 tarjetas de crédito y prendas de oro y plata estimadas en 600 dólares son algunas de las devoluciones hechas por Raíza durante este año.
“La sinceridad es algo muy valioso en una persona. Además, prestigia al hotel porque demuestra que cuando algo se extravía lo devolvemos a su propietario”, expresó esta trabajadora a quien el Sindicato Nacional de Hotelería y Turismo, junto a otros afiliados, agasajó en el reciente Encuentro Nacional de Valores.
Igual reconocimiento mereció Lien García Blet, quien acumula 20 años de labor en el Hotel Nacional.
Según consta en el aval otorgado por su organización sindical, en ese tiempo ha mantenido una actitud intachable, con el respeto y admiración de sus compañeros.
En agosto último halló 11 mil 800 dólares y varias tarjetas de crédito en la habitación 612. “Cuando fui a limpiarla noté que estaba abierta la caja de seguridad y dentro había un sobre plástico. Informé el caso y se dieron los pasos pertinentes para contactar con su propietario, un huésped iraní integrante de una delegación. Vinieron dos funcionarios de la embajada y se les devolvió lo encontrado”, relató.
Lien no quiso comentar nada con sus compañeras más cercanas, sin embargo la dirección del hotel consideró que había que reconocer su actitud.
“Lo que no es mío, no lo toco. Uno tiene que ser transparente; eso para mí es una satisfacción emocional y espiritual”.