Si por un lado, ante la noble aspiración de nuestra región geográfica de progresar económicamente en el actual año hay que bajar la mirada, pues se estima una contracción de -0,9 %, por otro, podrá levantarse algo para el 2017, pues las proyecciones consideran un crecimiento de 1,5 %, que si bien no es lo esperado ni lo necesario, al menos es un despunte favorable y alentador.
Algunas evaluaciones dadas a conocer recientemente por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), así lo indican. Entre los argumentos a favor sitúa, que los precios de las materias primas evidenciarán mejoras con respecto a los niveles promedios del 2016.
Específicamente América del Sur crecerá un 1,1 %, sobre la base de sus producciones principales, como el petróleo, los minerales y los alimentos. Las naciones centroamericanas, en su conjunto, alcanzarán, según estimados, un 4,4 por ciento. Si a ese porcentaje se le agrega México, descenderá al 2,5 por ciento. Los países caribeños de habla inglesa y holandesa promediarán un 1,4 por ciento.
La propia organización regional advierte que “para sostener el mayor crecimiento esperado (el próximo año) se requiere dinamizar la inversión e incrementar la productividad” y a fin de materializar el propósito de proteger los avances sociales “se requieren políticas que mantengan la inversión social y productiva en un marco de ajustes fiscales inteligentes”.
Talón de Aquiles
Como Talón de Aquiles de las economías latinoamericanas y caribeñas calificó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, la productividad del trabajo. Ese indicador, junto con la inclusión social y el fortalecimiento de la gobernanza, deben contar con la mayor prioridad, tal como lo define el Programa Regional de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde).
De igual forma, la directiva señaló en un evento reciente efectuado en Santiago de Chile que la evasión tributaria es otro de los puntos débiles. Cálculos conservadores estiman que en el 2015 el monto por ese concepto ascendió a un equivalente de 2,4 puntos porcentuales del producto interno bruto (PIB) regional en el caso del impuesto al valor agregado (IVA) y 4,3 puntos del PIB en el gravamen sobre la renta, lo que suma 340 mil millones de dólares (6,7 % del PIB total).
Como puede apreciarse, aunque soplan vientos más alentadores, las economías de América Latina y el Caribe tienen aún muchas anomalías que las lastran y requieren, por tanto, de cambios sustanciales para fortalecerlas y enrumbarlas por los caminos del desarrollo, como tanto se necesita.