Como se ha informado hoy 31 de octubre se da inicio a la XI Comprobación Nacional al Control Interno (CNCI), evento de extraordinario valor por su carácter movilizador y preventivo, a través del cual nos proponemos movilizar a las fuerzas auditoras y a los entes sujetos de estas acciones de control, en torno al cumplimiento de los Lineamientos del 7mo. Congreso del Partido, en temas de trascendental significación para obtener los resultados propuestos con el desarrollo del proceso de actualización del modelo económico.
Queremos socializar algunas ideas que consideramos esenciales para un eficiente desarrollo de los sistemas de control en todos los órganos, organismos y entidades económicas; dar inicio a una nueva etapa que ha de estar caracterizada por un mayor flujo de información y comunicación en el interés de orientar, esclarecer, intercambiar y retroalimentarnos a partir de los resultados de las acciones de control que efectuamos, a los efectos de contribuir en el objetivo de crear una cultura de control y prevención que debe caracterizarse por una mayor conciencia y responsabilidad de los que administran recursos o cumplen funciones de dirección, así como de una participación más activa y exigente por los trabajadores.
Podemos afirmar que la CNCI es un ejercicio de alto valor agregado, por su aporte a la capacitación y actualización de conocimientos de auditores y auditados; resulta un entrenamiento práctico, aporta materiales y herramientas útiles, al alcance de todos, para un desarrollo eficaz del control; ha requerido un gran esfuerzo y también nos aporta lecciones sobre la importancia de integrar e interrelacionar procesos y profundizar de conjunto en aspectos que necesariamente tienen que estar interconectados para el logro de los objetivos propuestos.
Responsabilidad de todos
No pocas personas aprecian el control como una responsabilidad de sus superiores o de los órganos y organismos de control, no se han dado cuenta de que, unos con más y otros menos, pero absolutamente todos estamos involucrados en cada proceso. La evidencia es clara cuando al recibir a los equipos de auditores o controladores expresan: “Llegó el control”, declarando de tal modo, que no está presente como parte de su responsabilidad, y que el controlador que lo supervisa, a su vez, cumple parte de sus funciones respecto al componente de monitoreo o supervisión superior.
El ejercicio de la Comprobación Nacional al Control Interno y el autocontrol que le antecede, son ejercicios que nos permiten integrar una evaluación y compartir el conocimiento que se va logrando, en el estudio y evaluación de objetivos específicos de interés nacional. Busca en esencia propiciar el intercambio; conocer cómo se cumple con sus experiencias positivas y negativas, en ambos casos, los factores que lo determinan; orientar y esclarecer en cuanto a la correcta interpretación y aplicación de la legislación vigente, prevenir y enfrentar oportunamente cualquier desviación, divulgar las mejores prácticas.
Sin embargo, resultaría un error que su anuncio promoviera en las entidades y sus respectivos colectivos el único propósito de trabajar para hacer demostraciones a los que los visiten. En un efectivo ejercicio de control tienen que interactuar auditores y auditados, con honestidad, espíritu crítico y autocrítico. De no ser así solo lograríamos engañarnos a nosotros mismos. La falta de objetividad en cualquier análisis, de combatividad y disposición de rectificar y cambiar todo lo que deba ser cambiado, convierte tanto esfuerzo en algo estéril, sin valor, sencillamente no tendría sentido.
Lo que queremos resaltar es que este ejercicio de la XI CNCI no puede sustituir la responsabilidad de la administración en su diseño, implementación y ejecución cotidiana, en la realización de todos sus procesos y actividades. El control no debe convertirse en un ejercicio burocrático, formal, no se practica para sí, sino integrado a su gestión, de modo que resulte útil por su aporte y aseguramiento al cumplimiento de la misión, funciones y objetivos de trabajo y particularmente valioso y preventivo, respecto a la actuación y la conducta de las personas.
Lo que perseguimos es demostrar cómo un buen diseño e implementación del sistema de control interno que cumpla los principios básicos de legalidad, objetividad, probidad administrativa, división de funciones, fijación de responsabilidades, cargo y descargo y autocontrol, es capaz de forjar el desarrollo de una cultura de control en la dirección y aportar con un adecuado ambiente de control en la actuación honesta de las personas.
Es el momento oportuno y necesario, teniendo en cuenta las transformaciones que se suceden en las estructuras, funciones y objetivos de trabajo, a partir de la propia experiencia y los resultados del ejercicio del autocontrol y de las acciones de control ejecutadas o recibidas, para proceder a la actualización de los diseños de los respectivos sistemas de control interno, de cara a los grandes retos que tenemos por delante, de los objetivos, del plan económico y el presupuesto aprobado para el 2017.
Debemos tener presente que los mejores sistemas de control interno aplicados son aquellos que se enriquecen con los acontecimientos cotidianos, con la identificación de nuevos riesgos, con los resultados alcanzados, con las oportunidades que se presentan; en conclusión, es el proceso integrado a las operaciones con un enfoque de mejoramiento continuo, extendido a las actividades inherentes a la gestión, donde la clave del éxito radica en que este sea un proceso conducido por la dirección, el resto del personal con funciones ejecutivas, como especialistas o asesores y con la activa participación de los trabajadores, sin la cual jamás podrá considerarse implementado un adecuado sistema de control interno.
Inherente a la actuación cotidiana
El objetivo de estas líneas es llamar la atención sobre la importancia del sistema de control interno, no como una tarea de ocasión, sino como una conducta, inherente a la actuación cotidiana, en la forma de preservar y administrar los recursos, garantizar el cumplimiento de la misión y las funciones asignadas, con apego y respeto a la legalidad, los valores éticos y la transparencia.
El control interno no se puede ver y analizar como una actividad separada de la gestión, es transversal y debe apreciarse, evaluarse críticamente y perfeccionarse vinculado al análisis de las actividades, de sus resultados, éxitos y deficiencias.
Por otra parte, no existen dudas, respecto a que las indisciplinas, ilegalidades y manifestaciones de corrupción se producen por fallas en la conducta ética de las personas, pero que inadecuados ambientes de control y violaciones de las normas establecidas, lejos de prever, propician esas conductas, y sin tener que sumarnos las debilidades y responsabilidades de los demás, debemos tener claro que una de las principales obligaciones de un jefe es seleccionar, atender, orientar, supervisar y educar a su personal, ante el cual tiene que ser ejemplo.
Diversos pueden ser los problemas y los modos de operar, pero en un análisis de tendencias surgen con mayor frecuencia los temas relacionados con: contratación, inventarios, cuentas por cobrar y pagar, control del combustible, pagos a privados; así como control de los activos fijos tangibles, proceso inversionista, control del efectivo en caja y banco, deficiencias que surgen y sobreviven generalmente por incumplimientos o irresponsabilidad de quienes sin recibir ventajas de ningún tipo, han adquirido la mortal enfermedad de la apatía, insensibilidad, indiferencia, de la falta de combatividad, que sencillamente los hace cómplices de crímenes inaceptables.
Vinculado con el sistema de control interno, es obligado resaltar la importancia de la existencia y atención al trabajo del auditor interno, como elemento estructural de asesoramiento y evaluación del cumplimiento de las normas que deben integrar y ser observadas para el logro de una eficiente gestión, como asesor principal del jefe en tales propósitos. Necesitamos divulgar con ejemplos concretos el importante y decisivo papel del auditor interno, sus éxitos, los principios éticos que deben guiar su conducta, las relaciones entre estos y sus respectivos jefes; su labor preventiva con todo el colectivo de dirección y los trabajadores. Tenemos que evitar las predisposiciones y los desencuentros, que restan fuerzas al enorme potencial humano de que disponemos, a las múltiples razones que tenemos para enfrentar con éxito el reto de lograr un desarrollo económico y social próspero y sostenible.
Hagamos valedero con convicciones propias, el pensamiento martiano: “En prever está todo el arte de salvar”. El control no es un acto, es una conducta, un hábito que llega a ser una cultura, la clave entonces es lograr el control de sí mismo. Quien se controla a sí mismo, no tendrá dificultad para gobernar con eficacia. Al que no sabe gobernarse a sí mismo le resultará imposible ordenar la conducta de los demás.
Si cultivamos todo lo que ha sembrado en nosotros la Revolución: principios, buena actitud, valores, transparencia, lealtad, integridad, cosecharemos, sin duda, la prosperidad que recompense la heroica resistencia y lucha de los cubanos.