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Acerca de los restos de Cristóbal Colón

Cristóbal Colón
Cristóbal Colón

Por Elizabeth Carvajal Suárez

El 27 de octubre de 1492 llegaba el gran almirante descubridor del Nuevo Mundo, Cristóbal Colón “a la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto”, la Isla Juana, la que luego tomaría definitivamente el nombre de Cuba y resguardaría, durante 102 años la osamenta del célebre genovés, en la Catedral de La Habana.

Cuando muere el llamado descubridor de América, el 20 de mayo de 1506, inhumaron sus restos en la capilla del Duque de Medinaceli, del convento franciscano de Valladolid, España; luego los trasladaron al monasterio de Santa María de las Cuevas, en Sevilla.

Alrededor del año 1536, los huesos de Colón, junto a los de su hijo Diego, fueron llevados a Santo Domingo, por un reclamo de su nieto, quien deseaba que ambos reposaran en la Catedral Primada de América, de la isla La Española.

Según contó Felipe Díaz Acosta, sacristán de la Catedral de La Habana, en los primeros días de enero del año 1796, los curiosos habitantes de la capital fueron testigos de la llegada de los restos de Colón a la mayor de las islas que descubriera en el Nuevo Mundo. “Ya en suelo cubano, los trajeron hasta el presbiterio, al lado del evangelio y al costado izquierdo del altar mayor”, añadió.

La causa del traslado en 1795 fue el Tratado de Basilea. Este establecía que España cedería a Francia la parte occidental de la isla de Santo Domingo. Tras la exhumación y reubicación de los despojos comenzó una prolongada especulación sobre el real paradero de los restos colombinos, la que continúa hasta nuestros días.

El examen de la Catedral, el estudio de los huesos hallados, y lo que la ciencia prueba sobre la conservación o destrucción; la caja de plomo con sus falsas inscripciones y la bala de plomo hallada entre los restos, demostraron la presencia de la osamenta en Cuba al gobernador general Joaquín Jovellar y Soler, según consta en el informe elaborado por el historiador José Antonio López Prieto en 1878.

Veinte años después, España pierde a Cuba, su última colonia en las América. Bajo esas circunstancias, los reyes piden la exhumación del cuerpo y su traslado a Sevilla, lugar donde aún descansan. El 13 de diciembre del propio año, en el crucero Conde de Venadito, la urna del gran almirante se alejó definitivamente del Nuevo Mundo.

Catedral de La Habana

Un siglo después, para demostrar con las nuevas tecnologías la legitimidad de los restos existentes en la capital andaluza, mediante estudios de ADN mitocondrial realizados en el 2006, investigadores de la Universidad de Granada contrastaron la osamenta de Colón con la de su hermano mayor y concluyeron que en España reposan las auténticas reliquias colombinas.

Sin embargo, en ella solo se conserva el 15 % del cuerpo, por lo cual pudiera pensarse que en la Catedral habanera o en la de Santo Domingo, quede parte de las cenizas del gran almirante descubridor del Nuevo Mundo.

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