Lejos de confundir a los cubanos, la directiva emitida por Obama sobre la normalización de las relaciones con Cuba exacerbó la dignidad nacional y reafirmó nuestro patriotismo.
Y es que en el texto manifiesta con nuevo ropaje intenciones injerencistas como parte de un plan de dominación de larga data.
Este se evidenciaba ya en caricaturas políticas publicadas en la prensa de EE. UU. durante la guerra de los cubanos por su independencia, que amenazaba las intenciones de Washington de suceder a España en el dominio de nuestro archipiélago.
Basten dos reveladores ejemplos, entre muchos: el 7 de septiembre de 1898 se publicó en la revista Puck bajo el título de Sálvenme de mis amigos la imagen del Tío Sam cobijando bajo su bandera a una temerosa doncella cubana ante los ojos de un grupo de mambises. “Tomar Cuba de España fue fácil. Preservarla de los cubanos exageradamente patriotas es otra cuestión”, decía el pie de grabado. Otra mostró al mismo Tío Sam ayudando a caminar a un bebé vestido con la bandera cubana, reflejo de su visión neocolonial de la inauguración de la república, titulada Los primeros pasos. Apareció en Minneapolis Journal, el 17 de mayo de 1902.
Triunfó en esta tierra una Revolución que echó por tierra esas apetencias y Estados Unidos empezó a aplicar un arsenal de medidas para hacerla fracasar, entre ellas el bloqueo económico, comercial y financiero. Pero no contó con que este pueblo, fiel a las enseñanzas martianas, empuñara decidido la honda de David.