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Memorial para el mundo

El lugar conmueve, inspira, recompone…

Hasta aquí llegan visitantes de todas latitudes y expresan su tributo a los guerrilleros. Foto: Lourdes Rey

 

Melba Hernández, Heroína del Moncada, en conversación personal con los arquitectos Blanca Hernández y Jorge Cao, quienes proyectaron la Plaza Comandante Ernesto Guevara, en Santa Clara, durante los días finales e intensos de la construcción del Memorial, emocionada, con los ojos humedecidos, les confesó: ¨Aquí está el Che. Gracias¨.

El doctor Jorge  González, quien halló e identificó los restos del Che y sus compañeros de guerrilla, en su primera visita al recinto expresó con palabras entrecortadas: ¨Cuando entro aquí todo cambia, hasta la temperatura es distinta, la voz, la respiración…Es que sabemos delante de quienes estamos parados¨.

El Comandante Hugo Chávez no se contuvo y le cantó la melodía de Alí Primera, que estalló como llamada al combate. Rafael Correa, presidente de Ecuador, rompió el protocolo y pidió estar a solas con Guevara, fueron cerca de diez minutos de intimidad que luego reconoció resultaron energizantes.

Se sabe que Fidel después de encender la llama eterna, de haberle explicado al pueblo que aquella no era una despedida sino un recibimiento, quiso estar a solas con el Guerrillero Heroico,  por minutos estuvo en el recinto  acompañado únicamente por el Destacamento de Refuerzo.

Boceto con las primeras ideas de lo que sería el Memorial al Che. Foto: Lourdes Rey

 

Para  sus arquitectos esas declaraciones más que elogios son la consumación de una idea que se ha multiplicado para hacer crecer la admiración hacia  un legado universal. Blanca confiesa que el día que vio llegar hasta ese lugar a los médicos que  combatieron la epidemia del ébola en África,  se llenó de orgullo porque ellos se igualaron al Che. Cao tuvo conciencia de que hasta los más pequeños valoraban la obra, cuando en jaranas  le pidió a la hija de un compañero  que le prestara la bicicleta recién comprada. La niña en un primer momento se negó, pero al poco rato, cuando supo que se trataba del arquitecto de La Plaza, le dijo: “Ay, entonces yo creo que puedo prestarle la bicicleta”.

Desde aquel día sagrado en que fue inaugurado el Memorial que guarda los restos del Che y sus compañeros de lucha en Bolivia,  Santa Clara es otra, se convirtió en ciudad de referencia.

El Memorial es un campamento en medio de la selva boliviana. Foto: Lourdes Rey

Durante estos años al Complejo Escultórico Memorial Comandante Ernesto Guevara llegan visitantes de todas las latitudes con tributos íntimos y personales para el Comandante: se sabe de una flor que traspasó el Atlántico, de fotos de seres queridos que ya no están, de cartas para el guerrillero…Hay quienes cuentan en susurros sus metas y proyectos como pidiéndole permiso al Che para emprenderlos. Los villaclareños  realizan diariamente la ceremonia del cambio de flores a los combatientes y llevan allí los resultados cotidianos.

El respeto se impone, no importan las culturas ni las costumbres ni las reverencias. Hasta aquí llega el mundo.

El Memorial es un alto en el camino de la guerrilla, es la selva, una cueva,  un campamento, por donde pudieron pasar o estar los combatientes

Nació de una concepción que pudo traducirse en un simple boceto limitadamente entendible. Solo Blanca y Cao  sabían que en este dibujo estaba el espíritu del Che. Trataban de interpretar su vida, sus últimos momentos y querían dejar sentado aquello que ellos escribieran:

que la muerte no me asuste

que la tristeza no me aplaste

que pueda recordarte como vida

como esa vida consecuente

que fuera inspiración siempre.

Es  un sitio vivo, de motivaciones e inspiración, coinciden niños a los que se les entregan sus atributos de pioneros, jóvenes que reciben sus títulos como profesionales o sus carnets de las organizaciones de vanguardia. Hasta allí se llega para honrar al Che, para cantarle, para decirle Hasta la Victoria. Siempre

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