Cada cuatro años el mundo concentra la atención, durante dos semanas, en un evento de inigualables proporciones. En la ciudad escogida, por lo general siete años antes de la fecha en que le corresponde actuar de sede, se reúnen más de 10 000 atletas para participar en alrededor de una treintena de deportes.
Es una fiesta sin par, cada nueva edición, espejo al mismo tiempo de lo que debería ser el planeta tierra: un espacio de convivencia pacífica que privilegiara la amistad y el entendimiento entre los seres humanos.
Por varias semanas, Río de Janeiro, la “Ciudad Maravillosa” fue la capital atlética universal. Primero como anfitriona de los Juegos de la XXI Olimpiada y ahora acogiendo una nueva edición de los Juegos Paralímpicos. Tras un largo esfuerzo de su pueblo y de los gobiernos del Partido de los Trabajadores encabezados por Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rouseff, la nación sudamericana se convirtió en el segundo país latinoamericano en organizar el evento convencional, luego de que la capital mexicana fuera la sede en 1968.
Los auriverdes tuvieron que esperar ochenta años desde la vez primera en que acariciaron la idea de actuar como locales. Nada los alejó de ser acreedores de tal privilegio a partir de que se postularon para recibir el mago evento deportivo en 1936 (se le asignó a Berlín). En lo adelante ratificaron dicha voluntad en 1940 (no se realizó); 1956 (Melbourne); 1960 (Roma); 2004 (Atenas) y 2012 (Londres).
Cuba participó ahora con una delegación integrada por 124 deportistas que intervinieron en 18 deportes. Desde el abanderamiento se reiteró un sentimiento entre todos ellos: dedicar sus actuaciones al 90 cumpleaños de Fidel.
Teniendo en cuenta la ocupación permanente del Comandante en Jefe acerca de la actividad deportiva, y de manera especial sobre un evento de la naturaleza de las olimpíadas, le ofrecemos algunas de las ideas expresadas por él a lo largo del tiempo las cuales poseen extraordinaria vigencia.
Sobre Múnich 1972
“Los propios latinoamericanos veían en los éxitos de los atletas cubanos sus propios éxitos, porque los éxitos de Cuba son éxitos de América Latina y son éxitos del mundo revolucionario. (…) Teófilo Stevenson merece el reconocimiento de nuestro pueblo por su éxito deportivo derivado de su disciplina, de su consagración al deporte, de su valor, de su moral. (…) Creemos que él (Teófilo Stevenson) dejó un ejemplo todavía más valioso que eso y es el instante en que le hablaron de la posibilidad de ganarse un millón de dólares. Ese joven, hijo de humilde familia y un humilde obrero oriental, dijo que él no cambiaba su pueblo por todos los dólares del mundo. (…) Más que las medallas, más que los triunfos deportivos hay algo que se refleja en esos atletas y es el espíritu de la Revolución cubana, en su disciplina, en su consagración al deporte, en la energía con que actúan, en la moral que reflejan. (…) La nueva cultura política en la nueva conciencia de nuestro pueblo, se traduce en sus éxitos en el campo deportivo, como han sido los éxitos en los Juegos Panamericanos y cómo han sido sus éxitos en la última olimpiada en Múnich. Nuestros equipos quedaron por encima de importantes acciones industrializadas de Europa Occidental. ¿Podía Cuba hace unos años pretender ocupar mejores lugares deportivos que esos países?» (28 de septiembre de 1972)
Sobre Montreal 1976
“Hasta que tengamos al contrario en el suelo no tenemos la pelea segura en el boxeo. (…) El pueblo admira a los atletas y no les pierde el aprecio porque sufran un revés. (…) Alcanzamos (en Montreal) más medallas que en Múnich, pero hay que irse preparando para la próxima, para el campeonato mundial y para la próxima olimpiada. Vamos a ajustar cuentas. Allí hay que noquear a la gente. Hay que noquearla. (…) Hay que seguir entrenando duro ahora. No hay que desanimarse por un revés. Nosotros no nos desanimamos porque se sufra un revés”. (24 de agosto de 1976)
Sobre Los Ángeles 1984
“La no asistencia de Cuba a (los Juegos Olímpicos de) Los Ángeles, no justificaría jamás el súper privilegio de que se les concedan (a los Estados Unidos) los Próximos Juegos Panamericanos. (…) Esperamos que por razones políticas no se prive a Cuba de ese justo derecho (organizar los Juegos Panamericanos de 1987). (…) Ningún país latinoamericano ha hecho más que Cuba por el desarrollo del deporte. (…) De cierta forma, representemos deportivamente el honor y las aspiraciones de todos los pueblos latinoamericanos. (…) La concepción mercantilista corrompe y desvirtúa por completo la esencia del olimpismo. (…) Los Juegos Olímpicos, como resultado de las ganancias obtenidas a través de la televisión, la publicidad y otros factores, han sido penetrados por elementos extraños al deporte. (…) El desvío de estos recursos (ganancias de los XXIII JJ.OO) a otros fines, es una flagrante violación del espíritu y los principios de la carta olímpica. (…) Las normas de la carta olímpica disponen que, si los Juegos Olímpicos llegan a producir algún beneficio, vaya este a parar íntegramente al Comité Olímpico Internacional y sea empleado en fomentar el movimiento olímpico o en contribuir al desarrollo del deporte. (….) Los países pobre y subdesarrollados no tendrán jamás la posibilidad de obtener la sede de eventos deportivos de esta naturaleza (Juegos Olímpicos). (…) Sería ridículo decir que por cuestiones de seguridad no fuimos a Los Ángeles: fue estrictamente por razones de solidaridad». (25 de octubre y 29 de noviembre de 1984 y 16 de septiembre de 1987)
Sobre Seúl 1988
*El autor es Licenciado en Historia; Especialista en Defensa y Seguridad Nacional y Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y Sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana.
Para la realización de este trabajo se han empleado los libros Fidel y el deporte. Selección de Pensamientos 1959-2007, de Mario Torres de Diego, publicado por la Editorial Deportes en el 2007, y Fidel Castro Ruz: Reflexiones, Tomo 2, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2013,