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Intervención de Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba en Segmento de Cancilleres de la XVII Cumbre MNOAL

Canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla. Foto: PL
Canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla. Foto: PL

 

(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)

Estimada compañera Delcy Rodríguez, ministra de Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela;

Estimados ministros y jefes de delegaciones;

Señores delegados e invitados:

Quisiera agradecer a las autoridades y al pueblo de la República Bolivariana de Venezuela por la cálida acogida y generosa hospitalidad que nos han dispensado.

Saludamos a la República Islámica de Irán, cuya labor como presidente del MNOAL, en medio de un complejo escenario internacional, merece reconocimiento y respeto.

Los países del Sur necesitaban de una agrupación profundamente anticolonialista, antimperialista y antirracista, defensora de la soberanía y autodeterminación de los pueblos, de la justicia y el Derecho Internacional, a favor de la solución pacífica de los conflictos y del desarme general y completo.

La gestación del movimiento en Bandung, y posteriormente en Belgrado, se produjo en una coyuntura histórica signada por el proceso de descolonización y el consiguiente surgimiento de nuevos Estados independientes y por el recrudecimiento de la confrontación Este-Oeste.

De ahí que fuera prioritaria la definición de cómo deberían ser las relaciones entre las naciones poderosas y las de menor desarrollo, en correspondencia con el pleno respeto a los principios de la Carta de las Naciones, la preservación de la igualdad de derechos de todos los Estados y la no injerencia en los asuntos internos de otro Estado.

Si bien los postulados de Bandung y Belgrado siguen siendo totalmente válidos, vivimos en un mundo radicalmente diferente.

Por ello, en nuestra Décimocuarta Conferencia Cumbre en La Habana, en 2006, aprobamos la Declaración sobre los propósitos y principios y el papel del Movimiento de Países No Alineados en la coyuntura internacional actual.

Diez años después, confirmamos con preocupación que la mayoría de los principios de La Habana se incumplen de manera sistemática.

El respeto a la soberanía de los pueblos y a su autodeterminación e igualdad de derechos soberanos no solo sigue sin alcanzarse, sino los hechos que vulneran esos preceptos fundamentales se agravan cada día.

No se ha alcanzado la paz, la seguridad internacional y la cooperación a que aspirábamos.  La guerra, la agresión, los golpes blandos y los intentos de cambio de régimen son una constante.

Sirvan de ejemplo los intentos de desestabilizar al gobierno constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, a la que reiteramos toda la solidaridad de Cuba con la Revolución Bolivariana que lucha, con su presidente legítimo Nicolás Maduro Moros y con la Unión Cívico Militar de su pueblo.

De la misma forma, en otra región de nuestro planeta se produce la cruenta guerra contra el pueblo sirio, que ha costado cientos de miles de vidas y que reclama enérgica condena y acción contundente del Movimiento de Países No Alineados.

Tampoco en esta época se materializa nuestro propósito de fomentar el respeto, el disfrute y la protección de todos los derechos humanos de todos los seres humanos, mientras prosiguen y se incrementan los intentos de manipular su naturaleza misma, por la vía de la politización, la selectividad y los dobles raceros.

Toda nuestra solidaridad con el pueblo palestino, cuyos derechos humanos son violados con total impunidad día tras día.

También nuestra expresión de solidaridad con las oleadas de refugiados que llegan a Europa, empujados por el subdesarrollo y por las guerras provocadas desde el exterior.

La promoción del desarrollo sostenible que los principios de La Habana definíamos como esenciales, sigue siendo una asignatura pendiente.  El hambre, la pobreza, el atraso económico y la exclusión social atenazan a la tercera parte de la humanidad.

El desarme nuclear y el desarme general y completo están muy lejos de alcanzarse, cuando la modernización de las armas nucleares continúa indetenible y se incrementan exponencialmente los presupuestos militares.

La descolonización plena sigue aún fuera de nuestro alcance, cuando el pueblo puertorriqueño no ha podido alcanzar su merecida independencia y se coarta el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.

Tampoco se ha logrado, como postulaban los principios de La Habana, la democratización de las Naciones Unidas.  Los poderes de la Asamblea General no han sido restaurados y el Consejo de Seguridad no ha sido reformado, no solo en lo que atañe a su membresía, sino también a sus métodos de trabajo.

En La Habana se preceptuaba la abstención de todo país de ejercer presiones o coacción sobre otros países, incluida la aplicación y/o fomento de cualquier medida unilateral de carácter coercitivo, contraria al derecho internacional.  El bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba todavía persiste, daña al pueblo cubano y es la negación misma de dicho principio.

Hemos logrado preservar al Movimiento, a pesar de las voces que auguraron su desaparición; pero ahora corresponde trabajar con más ahínco para cumplir el principio de potenciar la solidaridad como fundamento de las relaciones y la actuación entre todos sus miembros en cualquier circunstancia, en defensa de la soberanía y el derecho internacional aun cuando entrañe una confrontación abierta con los intereses y pretensiones hegemónicas de las grandes potencias.

Compañera Ministra:

Cuba está comprometida con el apoyo a la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, reiteramos toda nuestra confianza en que bajo su dirección se continuará profundizando el papel del Movimiento en la arena internacional sobre la base de los principios de Bandung y de la Declaración de La Habana.

Desde la América Latina y el Caribe, que en la II Cumbre de la CELAC se proclamó como Zona de Paz, subrayamos la necesidad de contar con un mundo de paz, libre de armas nucleares, donde todos tengan acceso a la alimentación, a la salud y a la educación, un mundo sano y sostenible que garantice a las futuras generaciones vivir en armonía con el medio ambiente y con sus vecinos.  Ese mundo es posible si todos unidos trabajamos de manera mancomunada por lograrlo.

Muchas gracias.

(Cubaminrex)

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