Río de Janeiro.- Cuando se entrega todo y el deportista queda sin más reservas físicas porque la gastó en la competencia, un sexto lugar olímpico significa honor y vergüenza deportiva, tal y como lo vimos este sábado en el binomio Serguei Torres- Fernando Dayán, durante la final del C-2 a 1000 metros.
La regata comenzó exactamente a las 9:22 de la mañana en el lago Rodrigo de Freitas y los antillanos rápidamente cumplieron su táctica: flotar en el grupo de punteros y tratar de rematar al final para buscar una presea. “Lo hicimos todo bien, no faltó nada. Sacamos más del 100 por ciento, pero no se pudo”, declaró Serguei todavía agitado y con lágrimas en los ojos de frustración y dolor.
Sin buscar justificación para lo sucedido en los últimos 250 metros del evento – hasta ese momento habían sido terceros y cuartos en los tramos intermedios-, el espirituano explicó que las condiciones del tiempo tampoco lo ayudaron, pues batía un fuerte aire en contra.
Al ser ellos los canoístas de menos peso corporal y más pequeños de estatura de la prueba, tal inclemencia perjudicó su rendimiento. “
“En la semifinal y la eliminatoria el aire estaba de espaldas y sacamos provecho, pero ese el deporte. Luchamos hasta donde pudimos, a pesar de que se me volvió a negar esta medalla”, dijo Serguei, único piragüista con tres finales olímpicas seguidas, en las que suma noveno lugar Beijing 2008 y sexto en Londres 2012.
Tan o más consternado de dolor estaba el joven Fernando Dayán, quien cumplirá 18 años el venidero mes de diciembre y debutó en citas cuatrienales con Diploma Olímpico, pero sobre todo mostró un talento potencial para aspirar a nuevos éxitos. “Solo puedo decir que lo dimos todo y que vamos a seguir”, hilvanó entre el aliento de los colegas de la prensa y su entrenador Yosniel Domínguez.
Precisamente el preparador tuvo palabras de elogio para el desempeño de sus muchachos y valoró que este nuevo bote, formado tras la derrota del C-2 en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 unió la juventud de Fernando con la experiencia de Serguei en busca de un resultado como este.
“El objetivo era estar en la final A, pero al ver la clasificatoria y la semifinal pensamos en un poco más, en una medalla, aunque fuera de bronce. Es cierto que tuvimos la adversidad del aire, pero estamos contentos porque aquí enfrentamos embarcaciones de calidad, ganadoras de campeonatos y Copas mundiales”, apuntó.
Alemania, Brasil y Ucrania, los tres primeros lugares ahora, por ese orden, volvieron a ratificarse en la élite de este deporte, mientras Cuba se mantuvo en la vanguardia en una especialidad que desde Barcelona 1992 no ha dejado de estar en finales olímpicas, con la excepción de Atlanta 1996, y acumula dos preseas de plata en Sydney 2000 (Ibrahim Rojas- Leobaldo Pereira) y Atenas 2004 (Ibrahim Rojas- Ledi Frank Balceiro).
“En los últimos años no se había logrado verdaderamente sincronizar dos atletas que pudieran aportar un gran resultado. Serguei había remado con otros compañeros, pero este bote de ahora es el ideal para darnos alegría y no verlos llorando como hoy”, reafirmó el entrenador.
En los rostros de Serguei y Fernando seguían los sollozos y las lágrimas. Apagamos la grabadora y el saludo apretado le llegó de los pocos cubanos que fuimos a aplaudirlo por este sexto lugar olímpico, que tanto ellos, como nosotros, nunca olvidaremos.