Río de Janeiro.- Con un boxeo total, de fintas, entradas y muy buen contrataque, el camagüeyano Julio César La Cruz se coronó campeón olímpico en los 81 kilogramos, división en la que nunca se había coronado un pugilista del patio en estas lides y que constituyó su revancha de Londres 2012, cuando se había quedado sin preseas.
“Estoy muy contento por ser el primer boxeador cubano que logra vencer en esta división, pero sobre todo porque ya tengo todos los títulos de la Asociación Internacional de Boxeo”, dijo el también trimonarca del orbe, quien dedicó su dorada al pueblo cubano, al líder histórico de la Revolución Fidel Castro, y al profesor Alcides Sagarra, de cumpleaños este 18 de agosto.
Al comentar la pelea final contra el kazajo Adilbek Niyazymbetov, el agramontino señaló que “es un buen boxeador, reconocido a nivel mundial, pero hoy me divertí, cumplí el plan táctico que me indicaron desde la esquina y las cosas salieron como esperábamos todos: este oro”.
Aunque el apoyo del público, sobre todo de la fanaticada kazaja, hizo que en varias ocasiones chiflaran el modo de boxear del cubano, nada de eso amilanó los sueños de ser campeón olímpico, el número 26 en la historia de este deporte en la Isla, y la dorada 35 de esta disciplina desde el primer campeón en Munich 1972.
“Siempre he respetado al público, ellos pueden pensar lo que entiendan, pero los jueces me vieron ganar de forma unánime y eso es lo que vale. A veces abuchean más fanatismo a un atleta que por la victoria”, explicó a la prensa acreditada el antillano, quien se encontró con una afición dividida en el Pabellón de Riocentro 6.
No obstante tuvo palabras de elogio para el pueblo brasileño, que en todo momento ha apoyado a la selección cubana durante el torneo, con la excepción de cuando enfrentan a un boxeador local. “A ellos les doy las gracias también porque nunca olvidaré que me hice campeón olímpico en Rio de Janeiro”.
Una imprescindible mención en un momento como este llegó para su madre, Ana de la Caridad de La Cruz, “quien ha sido mi inspiración mayor desde que empecé en el boxeo”, al tiempo que agradeció la guía, los consejos y todo lo aprendido con su entrenador Raúl Fernández y el resto del colectivo de preparadores de la selección nacional.
A la pregunta de cómo asumió la presión que significaba ser el primer boxeador cubano que iba por un cetro en esta lid, La Cruz comentó: “la experiencia que tengo, el buen trabajo del psicólogo del equipo y mi entrenador restaron tensiones. Este título es apenas el inicio de lo que el boxeo cubano aportará a la delegación en días venideros con mis compañeros Arlen López (75 kg) y Robeisy Ramírez (56 kg) en busca de dos oros más”.
Con especial énfasis habló el flamante monarca de su provincia natal, pues “soy el primer campeón nacido en Camagüey, ya que Jorge Gutiérrez lo fue en Sídney, pero no es nativo de allí. Esto es un regalo para los entrenadores de base de allí y para todo el pueblo camagüeyano que me sigue y alienta siempre”.
“Hay Julio César para rato”, concluyó sus declaraciones a la prensa el carismático boxeador, quien lejos de vaticinar sobre las nuevos retos del próximo ciclo olímpico prefirió hablar de “festejar ahora, luego disciplina, trabajo e ir paso por paso por más medallas y triunfos”.
En la propia jornada Cuba completó dos finalistas más con las victorias de Arlen López y Robeisy Ramírez, en tanto su cosecha actual se traduce en un oro y tres bronces, estos últimos a la cuenta de Lázaro Álvarez, Erislandy Savón y Johanys Argilagos.
