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Por Hassan Pérez Casabona
Era un sueño postergado durante años y finalmente hoy, en uno de los cuadriláteros de Ríocentro-Pabellón 6, se hizo realidad.
Julio César La Cruz, el protagonista de esta historia, pensaba en ello todo el tiempo. Su talento, unido a la entrega a esta disciplina, le permitieron coronar su mayor aspiración deportiva, desde que en la niñez se trepó a un ring, en su natal Camagüey.
No era la primera vez que cruzaba guantes con Adilbek Niyazymbetov, ni mucho menos la victoria inicial que obtenía sobre el representante de Kazajstán. Eso sí, ningún triunfo anterior tuvo la connotación del éxito de esta tarde, sencillamente porque la sonrisa de ahora equivale a un título olímpico.
La Cruz salió dispuesto a imponerse al kazajo -varias veces medallista de plata en eventos mundiales y subtitular bajo los cinco aros en Londres 2012- desde el mismo asalto de apertura. De esa manera cumplió, sin extravíos, la estrategia trazada por Rolando Acebal, Raúl Fernández y el resto del equipo técnico.
En el epílogo, avalado por la decisión unánime de los colegiados, el agramontino pudo afirmar ante sus preparadores: “¡Misión Cumplida!”
Esta diadema olímpica en los 81 kg se suma a las victorias que alcanzó antes, en los Campeonatos Mundiales de Bakú 2011, Kazajstán 2013 y Doha 2015.
La prestigiosa Escuela Cubana de Boxeo, cuyo padre, el doctor Alcides Sagarra Carón celebra hoy su cumpleaños, acumula 35 preseas doradas en todas las citas olímpicas, desde Múnich 1972; con la sola excepción de Beijing 2008, en que los cuatro hombres que llegaron a finales concluyeron en plata.
La ruta áurea la iniciaron en la ciudad germana, Orlandito Martínez, Emilio Correa y Teófilo Stevenson, abanderado de aquella delegación. Teo repetiría su hazaña (portando también el pabellón patrio en los desfiles inaugurales) en Montreal 1976 y Moscú 1980.
Ángel Herrera batió a todos los oponentes en Montreal, en los 57 kilos, y en Moscú, en los 60. El guantanamero Félix Savón no tuvo rivales, en los 91 kg, durante las ediciones de Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000. El pinareño Ariel Hernández, en los 75 kg, y el santiaguero Héctor Vinent, entre los ligero welters, se coronaron en 1992 y 1996.
El holguinero Mario Kindelán y el santiaguero Guillermo Rigondeaux lo hicieron en tierras australianas, reeditando la disertación cuatro años más tarde, en Atenas 2004.
Esa extraordinaria foja, además de las incontables preseas en citas panamericanas y centroamericanas, avalan la condición para el pugilismo de buque insignia de las embajadas atléticas antillanas.
El brillante desempeño de La Cruz le proporcionó el tercer título a Cuba en la Ciudad Maravillosa, luego de los triunfos en la lucha clásica del santiaguero Ismael Borrero, en los 59 kg, y el pinareño Mijaín López, en los 130 kg.
Los boxeadores cubanos están dispuestos a incrementar la cosecha el próximo sábado 20, cuando el cienfueguero Robeisy Ramírez, en los 56 kg y el guantanamero Arlen López, en los 75 kg, discutan las preseas doradas.
