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Fidel: Cuba te desea muchos años de paz y armonía (+ Fotos)

Foto: José R. Rodríguez Robleda
Foto: José R. Rodríguez Robleda

 

Si alguien me preguntara cuántas veces se pronunció su nombre esta tarde noche en el teatro Karl Marx, de seguro no sabría responder. Fueron en tantas oportunidades y dichas con tanta admiración que no puedo sino imaginar muy feliz a Fidel en su 90 cumpleaños.

Otra vez junto a nosotros en una digna celebración que de manera magistral le regalaron los niños de la compañía teatral infantil La Colmenita.

El escenario se convirtió en aula. La maestra, los pequeños, la clase, la historia transformada en sabiduría, la necesaria alusión al Apóstol un 28 de enero y después — como continuidad imprescindible— la figura de uno de sus mejores discípulos: Fidel.

De tanto esperar su llegada, las ansias se hicieron realidad. Apenas unos instantes antes de las seis de la tarde, por uno de los pasillos laterales, los allí reunidos para felicitarlo en nombre de todo un   pueblo nos sentimos los seres más privilegiados del mundo.

Fidel estaba en el mismo lugar de tantas y tantas batallas políticas, pero ahora no como el gran orador sino como un fiel espectador, y esta vez acompañado —a ambos lados suyos— por dos hombres que también han hecho historia: su querido hermano menor, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro Moros.

No faltaron en la “clase” los pensamientos martianos, la mejores canciones infantiles, los poemas de Eliseo Diego, la dramatización de Abdala o las imágenes verdaderamente conmovedoras del campesino Salustiano Leyva, recogidas por el genial cineasta Santiago Álvarez, quien por su falta de visión no creía que Fidel estuviera a su lado.

Toda la historia de un país recogida en una obra de La Colmenita y regaladas al líder histórico de la Revolución, quien abrió el camino hacia un mejor futuro y lideró a los patriotas de esta tierra en aras de acabar por siempre con una dictadura militar que ensangrentó al país.

Hasta la imaginaria escuela Mártires de la Patria llegaron la irrepetible Omara Portuondo y el admirable Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal. Ella interpretando La era está pariendo un corazón, canción emblemática de Silvio Rodríguez, y él hablando  de su “buen amigo” Fidel, a quien catalogó con bellas palabras y contó anécdotas reveladoras de este ser excepcional, generoso, humano y culto.

Al final de la obra la “dulce maestra” pidió a todos soplar las velitas y cantar felicidades. Entonces el auditorio cantó una y otra vez. Los telones del teatro bajaban y los pequeños rostros de los “artistas”, acostados totalmente sobre el tabloncillo, se resistían a perder la imagen del gran hombre que tenían frente a sí. No había más tiempo. La función había terminado.

“Gracias Tin” (refiriéndose a Carlos Alberto Cremata, director de la Compañía) decía un titular en la web a pocos minutos de la celebración. Sí, Tín, nuevamente te damos las gracias por hacernos sentir tan cubanos y, a la vez, tan Fidelistas.

Foto: José R. Rodríguez Robleda

 

Foto: José R. Rodríguez Robleda

 

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