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Fidel y una voluntad hidráulica que perdura

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Quienes conserven intactas en la memoria las crudas imágenes que dejó el ciclón Flora tras su paso por la zona oriental de Cuba, las inundaciones ocasionadas por sus intensas lluvias, las mil 126 personas muertas y las cuantiosas pérdidas materiales, se preguntarán qué pasaría si un huracán de esa magnitud volviera a impactar en el país.

Fue a raíz de aquel fenómeno de octubre de 1963, que devastó a las actuales provincias de Las Tunas, Granma, Holguín y Camagüey, cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro enunció la necesidad de construir obras hidráulicas que garantizaran el control de los grandes volúmenes de agua provenientes de las intensas precipitaciones.

Resultaba imperioso también contar con la infraestructura necesaria para almacenarla  y asegurar su disponibilidad en caso de extensos períodos de sequía, como la que se ensañó con la Isla en los años 1961 y 1962.

Surge entonces, impulsada por Fidel, la Voluntad Hidráulica, para desarrollar ese recurso y convertirlo en patrimonio común en función del abastecimiento a la población y los sectores agrícola e industrial, además de la prevención de embates de fenómenos naturales.

Al triunfar la Revolución en 1959, la situación que presentaba Cuba en la rama hidráulica se correspondía con las condiciones de subdesarrollo económico del territorio.

Sólo 13 pequeños embalses distribuidos en las actuales provincias de Camagüey, Villa Clara, Holguín y Santiago de Cuba daban cuenta de la poca capacidad de almacenamiento de agua existente en aquel entonces.

Gracias a esas acciones previsoras, hoy existen en toda la geografía nacional 242 embalses, capaces de acumular en su conjunto más de nueve mil millones de metros cúbicos de agua, además de una red de canales para su distribución.

También se ha multiplicado la cantidad de personas que reciben el vital líquido por acueducto, aunque en la actualidad se incrementan las inversiones destinadas a mejorar ese sistema de abasto, y se toman medidas para el ahorro, cada vez más necesario, ante la sequía que se atraviesa.

Otra de las ideas materializada en estos años ha sido la formación de miles de ingenieros hidráulicos y técnicos, lo cual ha dotado a la nación de fuerza especializada y capacitada para la elaboración de los proyectos, la creación de normas cubanas y a fin de garantizar la continuidad y preservación de las obras construidas.

El Doctor Jorge Mario García, secretario del Consejo Nacional de Cuencas Hidrográficas, considera que el desarrollo hidráulico, pensado por Fidel, fue uno de los logros más importantes de la Revolución, al lado de conquistas como la salud y la educación.

También ha sido determinante para minimizar los impactos negativos del cambio climático y de fenómenos naturales como los huracanes y la sequía, destaca el experto.

El propio Comandante en Jefe  lo expresó en su discurso por el segundo aniversario del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), el nueve de agosto de 1964, cuando se preguntó: ¿Quiénes nos enseñaron a tener una conciencia hidráulica?

La respuesta fue, a la vez, clara y contundente: “Las sequías y los ciclones; las sequías y las inundaciones”.

“De manera que a nosotros los fenómenos naturales nos enseñaron y nos formaron la conciencia de la necesidad de crear una voluntad hidráulica”, expresó Fidel ese mismo día.

En la actualidad, tal pensamiento perdura y descansa en el trabajo del INRH, organismo encargado de dirigir, ejecutar y controlar la aplicación de la política del Estado y el Gobierno relativa a la actividad de los recursos hidráulicos, y bajo cuya rectoría aún se concretan las acciones necesarias para optimizar la utilización del vital líquido.

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