Desde los 12 años, Jorge Velázquez Terry está vinculado al deporte. Quiso ser atleta y lo consiguió, hasta llegar al equipo nacional de atletismo, en el evento de marcha. Tras su retiro, el camino de la fisioterapia lo atrapó y hoy acude a sus primeros Juegos Olímpicos en esa condición para prestarle servicios no solo a la selección masculina de judo (su trabajo habitual), sino a todos los deportes de combate.
Antes de hablar sobre su preparación para un evento de tanta envergadura, el habanero prefiere valorar la comunicación que debe existir con los deportistas. “Nosotros somos los que más nos acercamos a ellos antes y durante el evento, pues el objetivo es que tengan confianza para ayudarlos cuando lo requieran”.
“Debemos conocer con exactitud en qué condiciones llega, tanto en lo deportivo, emocional como psicológico. Estamos muy ligados a esos aspectos porque, por ejemplo, si el calentamiento no es igual si está exaltado a si tiene el biorritmo bajo”, contó con experiencia de casi cuatro lustros en esta especialidad.
Velázquez considera que un fisioterapeuta es como un padre que uno se encuentra cuando llega al deporte, porque “cuando uno está cansado y necesita que alguien lo estimule, lo mime, ahí estamos nosotros para reconfortarlos para el próximo combate”.
Todavía está fresca en su memoria una anécdota con el subcampeón olímpico y titular del orbe, Asley González. “Cuando comenzamos a trabajar con él aplicamos algunas técnicas de la medicina tradicional y le enseñamos algunos puntos de la musculación. No pude ir al mundial donde ganó, pero aplicó lo aprendido en cuanto a los puntos de musculación para activarse ante de cada combate. Ese fue mi granito de arena a ese oro”.
Padre y excelente amigo, Velázquez no se detiene en aprender y comparar su trabajo con el del resto del mundo. “He visto en Japón mucho desarrollo en este aspecto, pero puedo asegurar que en el Instituto de Medicina Deportiva no estamos muy alejados de lo que se hace. Y aquí en Río de Janeiro lo vamos a demostrar una vez más”.
