Entre la multitud y los más de mil alfabetizadores de la zona, se encontraba ella, y de pronto se vio en los brazos del líder de la Revolución, y en un breve diálogo le hizo saber que había alfabetizado a 8 personas, dos de ellas de un lugar tan lejano como Sagua de Tánamo, en el oriente del país.
Él le preguntó qué iba a hacer a partir de ese momento y la pequeña le respondió: “Si la patria me necesita seguiré alfabetizando”.
Han transcurrido casi 55 años de aquella epopeya que marcó el inicio de una profunda transformación educativa en el país y que sirvió como punto de partida para acometer las demás tareas de la Revolución. ¡Dígase educación en nuestro país y habrá siempre que pensar en la genialidad de las ideas de Fidel!