Rio de Janeiro.- La vorágine de la cobertura de unos Juegos Olímpicos tiene tantas situaciones inesperadas, como limitaciones de los organizadores. Hace ocho años, para acceder a Internet se necesitaba comprar una tarjeta por 500 dólares; mientras hoy todas las salas de prensa, los ómnibus de transporte, hoteles y hasta servicios de alojamiento privados ofrecen gratis este servicio.
Sin embargo, y siempre existe un freno cuando las cosas parecen marchar viento en popa, las regulaciones para su uso han levantado más de una contrariedad, sobre todo con el manejo de las redes sociales y la filmación de videos en zonas no autorizadas o por los propios protagonistas del evento: los deportistas.
Desde nuestra llegada fuimos advertidos de que solo podrán filmar videos en las zonas mixtas las cadenas autorizadas para hacerlo. A cualquier otro colega que se le ocurra sacar un Tablet, un móvil o una cámara para grabar imágenes en esa área corre el riesgo de que le retiren la credencial por varios días o expulsarlos de la lid.
Asimismo ocurre con los atletas, a quienes se les puso forzosas reglas, tanto en la Villa Olímpica como en las instalaciones. Todas las fotos que deseen pueden tirárselas, pero nada de videos para subir luego a Youtube, Faceook, Instagram, Twitter, o cuantas redes sociales existan.
Si bien es cierto que así el COI defiende y resguarda la millonaria inversión de las grandes cadenas de televisión estadounidenses a las que vendieron los derechos de transmisión de esta cita, las molestias han sacado de paso a más de uno, incluido este redactor, a quien le sacaron la primera tarjeta roja en la prueba de ciclismo de ruta (f), cuando Arlenis Sierra comentaba su actuación a los colegas y un voluntario designado para estas vigilancias interpretó que estaba tomando vídeos en lugar de fotos.
Por suerte fue fácil de demostrar el error de apreciación, aunque la pregunta siguió siendo la misma: ¿Videos peligrosos contra maquinarias mediáticas que nunca entrevistan ni programan espacios para quienes terminan sin podios, viven en países pobres y su mayor satisfacción es al menos decirles a su familia y seguidores virtuales: “hice lo que pude, un saludo….”
Otra cosa es la transmisión en tiempo real de eventos desde las gradas, penalizada desde la aparición de la red de redes. Por si acaso, en lo adelante vuelvo a mi grabadora en lugar del tablet, no sea que termine de ver los Juegos sentado en la sala de mi casa por la intrepidez de buscar testimonios gráficos ¿qué no me tocan?.
Acerca del autor
Máster en Ciencias de la Comunicación. Director del Periódico Trabajadores desde el 1 de julio del 2024. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.