Dayaris Mestre Álvarez, la más menuda de las judocas cubanas, quedó en la antesala de conseguir la primera medalla para la delegación cubana en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, al culminar en quinto lugar en los 48 kg.
La espirituana, que hace rato coquetea con un éxito en el más alto nivel, no pudo concretar su propósito, con independencia de presentarse en buena forma desde el principio de la competición.
Mostrando una preparación física envidiable, y sobre todo derrochando coraje, no creyó incluso en el valladar que representaba la anfitriona Sarah Menezes, titular en la justa londinense y una de las principales aspirantes de la embajada brasileña para triunfar en Río de Janeiro.
Mestre relegó a la carioca discutiendo el paso a semifinales, (ese triunfo elevó justificadamente las esperanzas de que subiera al podio de premiaciones), luego de vencer a Asaramanitra Ratiarson de Madagascar, y a la española Julia Figueroa.
En la ronda decisiva, sin embargo, cayó primero por ippón ante la sudcoreana Jeong Bokyeong, antes de sucumbir en la disputa de uno de los dos metales bronceados, frente a la kazaja Otgontsetseg Galbadrakh.
La cubana y la euroasiática se habían enfrentado en cuatro ocasiones, con dos victorias por bando, si bien los éxitos de su oponente tuvieron lugar este año, aspecto siempre a tener en cuenta a la hora de emitir un vaticinio.
El combate se decidió cuando Galbadrakh proyectó a Mestre de manera espectacular, luego de que la nuestra acumulara ventaja, producto de dos penalizaciones a su rival por no atacar.
La japonesa Ami Kondo se llevó la otra presea de bronce, superando a la mongola Munkhbat Urantsetseg.