Río de Janeiro.- El deporte nunca ha estado ligado a temas tan abominables como el terrorismo, pero tampoco puede permitirse que su principal espectáculo, los Juegos Olímpicos, se vean empañados con amenazas o acciones de este tipo, de ahí que las calles de esta ciudad estén hoy enrejadas al máximo en todas las zonas de competencia y la seguridad crezca, crezca y crezca.
Es fácil identificar en cada esquina, y a veces en tramos de hasta 100 metros, a una pareja de efectivos de la policía con armas largas y dispuestos a garantizar tranquilidad para deportistas, periodistas y las más de 50 mil turistas que dicen haber viajado Brasil por estos días para presenciar la cita de los cinco aros.
En estas primeras jornadas, los uniformados reciben más solicitudes para tirarse una foto con ellos que los propios protagonistas de los Juegos. De momento, son las grandes estrellas, los animadores más serios, los veladores intransigentes, los únicos capaces de lidiar con quienes pretendan alterar el orden y la armonía en el principal evento sociocultural organizado por este país.
Para muchos, los controles nunca serán poco cuando la imagen de un país está en juego; mientras que para otros, las dobles rejas colocadas en casi todos los puntos de acceso a las instalaciones enrarecen el ambiente olímpico de fiesta y solidaridad, algo que no pasaba en las últimas ediciones.
Por solo citar un ejemplo, hay que chequear los equipajes de trabajo a la entrada de cada instalación, hayas utilizado o no el transporte del evento, lo cual retrasa y enfada a más de un colega, quienes muchas veces calculan con exactitud el tiempo para moverse de un lugar hacia otro.
Desde que llegaron las primeras delegaciones con la apertura de la Villa Olímpica el pasado 20 de julio, no se reportan asaltos ni hechos delictivos en la ciudad, o para ser más preciso, en la zona olímpica, donde se aumentó en un 33 % el número de policías para los 15 días que demorarán en repartirse los 306 títulos en disputa.
Los medios locales dan cuenta que esta imagen idílica abre más la separación entre dos Brasil: la de los Juegos y la de las favelas y regiones enteras con altos niveles de violencia, bandas incluidas, secuestros y hasta corrupción policial. No obstante, la idea de mostrar la mejor cara de tu casa es válido para momentos como estos, en los que millones de personas en el planeta tienen posado sus ojos aquí.
De cualquier manera, bendita seguridad. Será siempre preferible prevenir que lamentar, como dice el refrán. Y eso bien lo saben los organizadores, quienes no se cansan de advertir desde que pisas la Ciudad Maravillosa que “para vivir los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica lo más importante es cumplir con todo lo dispuesto, aunque a ratos les parezca exagerado”.