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La Conchita busca rejuvenecer su rostro

Los innovadores como Misael Rabeiro cuentan con el apoyo de la administración y el sindicato para crear maquinarias y mantener la industria. Foto: Eduardo González
Los innovadores como Misael Rabeiro cuentan con el apoyo de la administración y el sindicato para crear maquinarias y mantener la industria. Foto: Eduardo González

 

En la CONCHITA, fábrica de conservas de Pinar del Río, no hay tiempo para el  descanso, certeza que Misael Rabeiro y el grupo del área de mantenimiento aprende de la realidad cotidiana. La industria envejecida produce y con cada campaña vienen las roturas imprevistas y  también las innovaciones.

Graduado de técnico de nivel medio como mecánico industrial, Misael no habla mucho, pero es certero  a la hora de explicar su invención. Enseña el aparato  “criollo” pero certificado por  las autoridades competentes,  construido a partir de una  antigua máquina de moler  carne. “Es como una especie  de batidora gigante”, dice.

Lo hizo de acero inoxidable, con lo cual limita, incluso, la contaminación de  la producción. La máquina  es imprescindible en la obtención de la mayonesa y el  aderezo.

A pesar de las dificultades por la escasez de recursos, la famosa marca que sale  de estas instalaciones mantiene su reconocimiento, por  el empeño de hombres como  él, de quienes laboran en las  líneas productivas y el resto  de los trabajadores del centro.

Buscar eficiencia ante el deterioro y el envejecimiento tecnológico; luchar contra la naturaleza y competir en un mercado que se complejiza cada vez más, son retos para la fábrica veterana que quiere un rostro nuevo.

Afectaciones imponderables

Durante la campaña del tomate, la naturaleza, veleidosa, jugó una mala pasada a la agricultura, que  no pudo cumplir su palabra  empeñada.

Se redujo drásticamente el abastecimiento de esta  materia prima, la cual representa el 55 % de la producción total.

“De 14 mil 900 toneladas contratadas recibimos  solo mil 286. Pero la pasta de tomate es de balance nacional y la empresa garantizó,  a partir del segundo trimestre, lo que necesitábamos con  tomate de otras provincias”,  explica Fara María Pérez  Hernández, directora de la  UEB.

La imprescindible simbiosis entre la industria y el  campo se afectó por la inestabilidad del tiempo. La relación entre ambos entes es fundamental y debe ir a ritmo similar, según opinan en  la entidad.

“En la agricultura se está trabajando en el tema de los frutales y para ello ha habido una inyección de recursos.  Creo que como industria, estamos detrás en el desarrollo,  pues todavía no tiene ese ritmo de la agricultura”, afirma  Pérez Hernández.

En los últimos días, con la mejoría en la situación del campo, las buenas nuevas aparecen. Entre los más de 40 renglones que se obtienen aquí, muchos salen del mango, fruta que llega en avalancha. Más de mil 500 toneladas procesadas en corto  tiempo, permiten avizorar el  cumplimiento de lo previsto,  y pronto comenzará el trajín  con la guayaba.

Según explica Noel Benítez Toledo cuando se terminen las reparaciones en las cocinas el rendimiento será muy superior. Foto: Eduardo González

 

Pero el tiempo no es el único de los problemas que enfrentan en el centro con vistas a destapar las reservas de eficiencia. “La mayor  parte de la tecnología nuestra data de los años 40. La  línea de crema de fruta es  de las más jóvenes y data de  1984, así como la línea de jugos, que es del 2000”, añade  la directora de la UEB.

Innovar contra el tiempo

En La Conchita es usual enfrentar el añejamiento de los  equipos. En un recorrido,  Noel Benítez Toledo, jefe de  la planta productiva, enseña  las reparaciones acometidas.  Entre las dificultades, enumera el directivo, se encontraba el deterioro de las  estructuras de metal. Además, se sufrían los salideros  de vapor en las líneas de suministro, lo cual genera pérdidas energéticas y afecta la  cocción de los productos.

Según añade, debido al vapor, a veces no se veía el producto, con peligro de sufrir accidentes de trabajo.  También se afectaba su inocuidad. Al haber salideros,   la cocción no se lograba a la  temperatura requerida.

No obstante, en la más grande de estas cocinas, ya se ha trabajado en las paredes, instalaciones hidráulicas y sanitarias, y pronto se  hará en fregado de paredes,  pintura de techo y en los controles automáticos. Cuando  concluya, se verá como otra  ya reparada, en la cual se  observan tuberías nuevas y  todos los controles.

Sin embargo, aun con reparaciones o en espera de cambios tecnológicos, personas como Misael Rabeiro  siempre serán insoslayables,  porque innovar aquí es obra  diaria.

Por eso, la administración y la dirección sindical han montado un plan de  mantenimiento para el año,  mediante el cual se proyectan las reparaciones con antelación y los recursos. Los  ojos se mantienen alertas sobre los equipos que presentan mayor cantidad de roturas. Entonces, se incide en la  solución.

“Más del 80 % de lo que hay aquí tiene el doble de su vida útil. Se trabaja para que no existan fallas, pero a veces, no se les puede colocar  lo que llevan. Se acude a las  innovaciones para dar respuestas”, cuenta el ingeniero Manuel Alejandro Cueto  Hernández, del área de mantenimiento.

La fuerza de 226 aniristas se pone en función de los  numerosos imprevistos. Tanto conocen los equipos, que  hasta llegan a conocer cuánto podrían durar en funcionamiento y cómo alargar ese  período. Por ello, cada año  que pasa, planifican mejor  las acciones.

Esperanza en el futuro, con los pies en el presente

Innovación, mejoras tecnológicas, son cuestiones que van  de la mano, si de calidad se  trata.

“Aquí  s e mantiene un sistema de calidad establecido y aunque no somos los  comercializadores minoristas, le damos seguimiento al  producto hasta que llega al  cliente. Los envases tienen  nuestros datos en la etiqueta,  para que el cliente llame.

“Con los productos a granel es más complejo, porque  el tiempo de durabilidad es  muy corto, aunque sale con  su certificado se debe vender  en ese período —esto se escapa de sus manos, en cuanto la  comercialización no depende  de ellos—. No tenemos las  condiciones para envasarlos  todos, que es lo que quiere  nuestro ministerio”, afirma  Fara María.

Urgida de honrar su compromiso con el medio ambiente, La Conchita acomete la construcción de una  laguna de oxidación, como  sistema de tratamiento de  residuales líquidos, bajo el  control del CITMA. Con esto  debería resolver un reclamo  viejo para disminuir la influencia negativa en la naturaleza.

A pesar de los obstáculos, al cierre de junio, la fábrica registró un sobrecumplimiento de la producción mercantil y de las producciones  físicas, y el salario medio fue  de  600 pesos. Incluso, pronto saldrán nuevas ofertas en moneda nacional, como es el caso de la mayonesa y aderezo en pomo.

Según dijo Fara María, las posibilidades de inversión extranjera ayudarían a  mejorar la icónica industria  pinareña. La directiva dijo  que se encuentran dentro  del paquete de oportunidades de empresas mixtas. Por ahora, se trabaja en los estudios de prefactibilidad y de  mercado, los cuales serían  presentados al socio extranjero, aún por definir. Esto  traería mejoras tecnológicas y posible incremento en  la producción, lo cual, unido al esfuerzo diario de los  trabajadores, contribuiría a  mantener la tradición de La  Conchita.

Katia Pérez Morejón, representante de la Anir en la UEB enseña una de las cocinas reparadas, con sus tuberías aisladas. Foto: Eduardo González
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