La influencia de sus dos hermanos, Rafael y Douglas, comenzó desde el mismo día que lo llevaron por primera vez al gimnasio Veguita de Galo, en Santiago de Cuba, con menos de 10 años de edad. Raúl Cascaret conoció allí los primeros secretos de la lucha libre y en poco tiempo se convirtió en el más laureado de la familia, en el más grande luchador latino de la década del 80 del pasado siglo y en uno de los inmortales de esta disciplina.
Muy técnico para los agarres, veloz como un felino y gallardo ante el rival más encumbrado, el pequeño Cascaret maduró con rapidez. A los 13 años llevó a casa su primer título en los Juegos Escolares Nacionales y cinco años después ya reinaba a nivel continental como juvenil.
Sería 1979 su primera gran prueba de fuego a nivel internacional con el segundo lugar en los VIII Juegos Panamericanos en Puerto Rico y el tercer puesto en el campeonato mundial para bisoños. Precisamente allí fue trascendente su triunfo sobre el soviético Magomedgasan Abushev, quien sería doce meses más tarde titular olímpico en Moscú, donde el antillano terminó cuarto.
Llegaron entonces sus mejores desempeños al más alto nivel. Oro en los Juegos Mundiales Universitarios (1981), subcampeón del orbe en 68 kilogramos (1982), monarca de la cita múltiple continental en Caracas (1983), medallista en varias Copas del Mundo (1981-1984) y seis reinados consecutivos en casa.
Pero la calidad de Cascaret era soberbia y tras la ausencia de Cuba a los Juegos Olímpicos de 1984, su nombre apareció al año siguiente en la lid universal de Budapest en una categoría superior: 74 kilos. Cinco combates exitosos, entre ellos una final de lujo contra el que muchos consideraban el mejor luchador del planeta, el estadounidense David Shultz, lo encumbró como el primer campeón mundial de Cuba y América Latina en este deporte.
Mayor dimensión adquirió un año más tarde la retención de esa faja en una lid que tuvo otra vez como sede a la capital húngara, donde decir Cascaret significaba perfección, ídolo, Cuba. Allí volvió a derrotar a Shultz, en pelea semifinal decidida en los últimos segundos, mientras por la dorada superó con excelente preparación física y coraje al difícil soviético Adlan Varaew.
Una plata muy peleada en los X Juegos Panamericanos de Indianápolis y el ascenso a los 82 kilos en1988 no mellaron las ambiciones de victoria de Cascaret, lo que sí logró un accidente de tránsito en 1990. Retirado y con un trabajo serio en la cantera de luchadores, el 26 de marzo de 1995 nos abandonó por siempre de los colchones tras otro fatal evento automovilístico.
Su ejemplo, medallas y sacrificio inspiraron los nuevos triunfos.