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La filantropía de Estrella

“Nadie ocultó la sorpresa”, dice con una sonrisa pícara, y aclara “ese es mi salario mensual y si tuviera más lo diera, porque la Patria nos lo ha dado todo”, reafirma en tono convincente. Foto: Jorge Pérez Cruz
“Nadie ocultó la sorpresa”, dice con una sonrisa pícara, y aclara “ese es mi salario mensual y si tuviera más lo diera, porque la Patria nos lo ha dado todo”, reafirma en tono convincente. Foto: Jorge Pérez Cruz

 

“Cuando en enero los compañeros del sindicato nos explicaron que el Aporte a la Patria era voluntario, sin una cantidad determinada y en las cuotas   que uno entendiera yo no lo pensé dos veces, porque ya lo tenía decidido. ´Me comprometo a donar en el año   245 pesos´”; rememora Lourdes Estrella Suárez Suárez.

“Nadie ocultó la sorpresa”, dice con una sonrisa pícara, y aclara “ese es mi salario mensual y si tuviera más lo diera, porque la Patria nos lo ha dado todo”, reafirma en tono convincente.

 Pero, ¿quién es Estrella?

Aunque la inscribieron en La Habana con un nombre compuesto, le gusta que le llamen simplemente Estrella,  una alegoría a ese empeño,  quizás sin proponérselo,  de  iluminar  cada sitio y puesto de trabajo donde se desempeña.

Nació el  22 abril de 1961, “yo vi la luz en esa fecha, y horas antes nuestros milicianos, policías, miembros del Ejército Rebelde, los cubanos habían librado la batalla en Playa Girón y por esa victoria estamos aquí, decidiendo por nosotros mismos los destinos de la Patria y a  ahora nos toca seguirla defendiendo”.

En sus fueros internos lleva  una pena íntima que no oculta, “no conocí a mi padre”, esboza casi como un suspiro, y comenta “soy de procedencia humilde y no quiero  imaginarme qué hubiera sido de mi familia si la Revolución no triunfa el primero de enero de 1959”.

  ¿No necesitas el dinero?

“Claro que sí, como todo el mundo. Estoy soltera y reconstruyendo mi casa, te puedes imaginar; pero, eso sí, tengo dos hijos que son maravillosos, ellos me ayudan. Yo no puedo pedirle  más  a la vida.”

Su rostro refleja   sano orgullo y sus palabras el agradecimiento eterno cuando habla de sus muchachos y de cómo ellos supieron aprovechar la igualdad de posibilidades, sin importar el origen, que ha tenido -y tiene- la juventud cubana.

“Mis dos hijos son militantes del Partido e ingenieros: Yordani,    Eléctrico y trabaja en Etecsa, aquí en Las Tunas; e Iraides   Informático, labora en el hospital de Ciego de Ávila y ahora está cumpliendo misión en Brasil. Ellos son fruto de esta Revolución”, enfatiza.

El altruismo…

La impronta de su bondad  es  palpable en su currículo laboral forjado durante 25 años de trabajo ininterrumpido. Los primeros siete en las Fuerzas Armadas Revolucionarias; luego, seis en el hospital Dr. Ernesto Guevara, y desde hace 12 como auxiliar de limpieza en Dirección Provincial de Justicia en Las Tunas, ”pero hago de todo, aunque no esté en mi contenido, porque me gusta ayudar”.

“En honor a la verdad y por todas esas cosas y muchas más tenemos que estar agradecidos de esta Revolución, porque nos ha dado libertad, el derecho y la oportunidad de ser solidarios con otros pueblos, la tranquilidad y la seguridad de tener apoyo y espacios donde expresarnos”, remarca Estrella, quien enarbola esas razones para entregarse a la Patria y muestra satisfacción por la fe cristiana que profesa y el humanismo de su  doctrina.

Con su actitud Estrella honra a los trabajadores de la Administración Pública, cuyo Día celebran en Cuba el 4 de julio, fecha que recuerda el natalicio en 1929, en La Habana, de  Enrique Hart Dávalos, joven que llegaría a convertirse en un aguerrido revolucionario, incansable luchador de la clandestinidad en la capital del país contra la tiranía de Fulgencio Batista (1952-1958).

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