Un descuido, y lo que el lector Roberto Garriga Acosta denomina falta de profesionalidad, provocó que su trámite para la jubilación haya derivado en una pesadilla.
Refiere en su misiva que al recoger la Resolución Concesoria se dio cuenta de que tenía dos errores: le cambiaron el primer apellido y le faltaban dos años de servicios. Reclamó y el último desliz fue subsanado, pero el mencionado documento continúa tal y como lo recibió la primera vez.
Cuando acudió a la Filial Provincial del Instituto Nacional de Seguridad Social le explicaron que la Resolución constituye un documento único e irrepetible y lo que corres- ponde es confeccionarle un certifico que se adjunta.
Él no lo acepta y se cuestiona por qué tiene que pagar por un trabajo mal hecho. Además, se siente dolido que en un documento oficial no aparezca el apellido paterno, legado de su abuelo Benito Garriga Martínez, quien siendo apenas un niño se incorporó a las tropas del General Antonio Maceo para realizar la invasión hacia Occidente.
Entendemos su incomodidad, porque son reiteradas las quejas por errores en documentos que emiten oficinas de servicio público. Pero la validez del documento muy bien que pudiéramos compartirla con la aclaración del organismo pertinente.