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“Despertar” el almacén

Los inventarios de productos ociosos y de lento movimiento constituyen un lastre para la economía cubana. Foto: Ramón Barreras
Los inventarios de productos ociosos y de lento movimiento constituyen un lastre para la economía cubana. Foto: Ramón Barreras

 

Como afirmé una vez en este mismo sitio, los inventarios de productos ociosos y de lento movimiento constituyen un lastre para la economía cubana.

Sin embargo, aunque se han hecho intentos diversos para disminuirlos, los resultados evidencian que aún pesan demasiado y que lo ejecutado no ha sido tan efectivo como se necesita. De manera general se aprecia una mejoría ligera, pero todavía el monto monetario “dormido” en los almacenes ronda los cientos de millones de pesos.

¿Cuáles son las causas?

Primero que todo, una inadecuada materialización de lo legislado al respecto en el Decreto 315 del 2013 del Consejo de Ministros y las resoluciones 301 del Ministerio de Comercio Interior y 386 del de Finanzas y Precios.

El Decreto, en uno de sus Por cuanto, afirma que “(…) en la economía nacional ocurren acumulaciones de inventarios de bienes de consumo, intermedios y de capital que exceden las necesidades reales de las empresas o que no tienen una adecuada utilización, por lo que resulta necesario regular la gestión de esos inventarios (…) y establecer las vías para minimizar o asegurar su más rápida liquidación por los negativos efectos que provocan para la economía empresarial y del país”.

Tanto ese cuerpo legislativo como las resoluciones facultan a las entidades para decidir qué hacer al respecto. Aunque en la práctica esa prerrogativa no es aprovechada como es debido.

A esta realidad está aparejada, en muchos casos, cierta despreocupación por parte de las direcciones administrativas, pues le dan la prioridad máxima a la marcha de la producción o el servicio que brindan, mientras en los almacenes permanece acumulada una riqueza financiera nada despreciable. Pueden pasar años sin que el tema haya sido analizado, con la profundidad y objetividad debidas, en los consejos de dirección o las asambleas de afiliados. Y menciono estas últimas, porque también a la sección sindical y al colectivo de trabajadores debe preocuparles esa cuenta negativa sobre la economía.

Por otra parte, en la red comercial hay productos que permanecen en venta un tiempo prolongado sin que les hagan una disminución de los precios. El Decreto del Consejo de Ministros indica en el artículo 7, inciso b), rebajarlos “de forma progresiva para facilitar su comercialización, controlando el efecto económico que genera”. De la concepción teórica a la realidad práctica media aún un gran trecho.

Varias han sido las iniciativas loables para comercializar los productos ociosos o de lento movimiento. Entre de ellas figuran las expoferias realizadas en algunas provincias del país, las que, lamentablemente, no han tenido una frecuencia exacta ni la periodicidad debida y tampoco se han generalizado. Pudieran establecerse fechas y lugares fijos para su ejecución, a fin de que los empresarios y la población asistan.

Otra ha sido la creación de tiendas especializadas. En la provincia de Cienfuegos, por ejemplo, existen dos y un punto de venta en cada mercado industrial. La dificultad principal, según explicó el especialista territorial en ese tema, radica en la transportación de los productos.

Igualmente resulta meritorio el establecimiento desde junio del 2014 del sitio Web Cilmo (www.cilmo.cinet.cu), dedicado a la promoción y comercialización de inventarios de productos ociosos y de lento movimiento, único de su tipo en el país y con alcance internacional, gestionado por la Empresa Comercializadora de Tecnología de la Información (Cedipad).

Pero todo eso resulta insuficiente. Tan importante asunto no alcanza todavía la atención que merece, a pesar de su impacto en la salud de la economía en las empresas. Tampoco ha sido favorable el cambio de estructuras y subordinación a través del tiempo de las entidades responsabilizadas con el control, la gestión, comercialización y destino de esos productos.

La realidad es que en demasiados almacenes techados y a cielo abierto “duermen” muchos productos que pueden resultar útiles no solo en fábricas y centros del sistema empresarial y presupuestado del país, sino además a quienes laboran en el sector no estatal.

En tal sentido, se hace imprescindible ampliar la oferta, materializar una mayor cantidad de iniciativas y elevar la preocupación y ocupación. En fin, se trata de ejecutar más acciones que alejen a los empresarios del inmovilismo y les permitan asumir un carácter más independiente en la gestión comercial.

Hay inobjetablemente, que “despertar” los almacenes.

 

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