Del 2014 al año siguiente, el salto fue tan alto como el récord mundial de 2.45 metros de Sotomayor. Así ilustran en la empresa mixta de Productos Sanitarios S.A. (Prosa) el giro de esta industria matancera que había pagado con éxodo laboral e incumplimientos de metas la inadecuada gestión de los planteamientos de sus empleados.
La aplicación del régimen remunerativo para sociedades mixtas elevó el salario, apaciguó este tipo de inconformidad y labró un ambiente favorecido por cambios en la dirección, y en la manera de organizar, controlar y solucionar los procesos que definen el funcionamiento de la única fabricante de papel higiénico en Cuba.
José Morales Arango, secretario del buró sindical, pondera el buen momento. “Ahora estamos en alta, hay un clima positivo, renovados deseos. Otras son las condiciones en las que se desempeña nuestra gente y el saldo es la satisfacción de los planes”.
Pese a los sinsabores pretéritos, Morales Arango significa un hecho: “Nunca hubo fallos con la cuota sindical ni en el aporte por el Día de la Patria, ni mucho menos dejó de darse una asamblea de afiliados, respuestas que asociamos a que en tiempos como aquellos es necesario que el sindicato represente de verdad a quienes lo eligieron para esa misión”. Sin embargo, admite, perdimos a trabajadores muy valiosos, algo que lamentamos mucho.
Cumplen, pero no alcanza
A no ser el bache en el renglón servilletas, en el primer trimestre del 2015, desde enero de ese propio año responden a las cifras tanto en producción física como en valores. Manolo González García, director general, lo afirma con un regocijo que no esconde. “Sí tuvimos 12 meses buenos, en este semestre terminaremos igual o mejor”.
La objetiva percepción del espirituano era impensada dos años atrás, cuando le tocó asumir como apagafuegos. Hubo que “desenrollar” muchos entuertos, recuerda. “Una realidad indiscutible ha sido poder proveer al turismo de la totalidad de los pedidos”.
Con el primerísimo encargo de cubrir las solicitudes de un sector tan determinante en la economía del país, Prosa le suministra toallas para secar manos, pañuelos para uso facial, servilletas, papel sanitario y los llamados minijumbos, un rollo más grande que se coloca en dispensadores de los hoteles o instalaciones extrahoteleras.
Aunque destinos de menor peso conforman su cartera de clientes, el segundo beneficiario de envergadura lo es el comercio minorista y su red de tiendas, establecimientos no pocas veces afectados por el desabastecimiento de estos rollos.
“Nosotros cumplimos los planes, pero no garantizamos la demanda”, advierte José Romero, especialista comercial. “A las cadenas de tiendas, a sus representantes o a la estructura que corresponda, atañe importar la parte que no les podemos suministrar”.
Sin embargo, añade, no siempre las cadenas han sido ágiles en la extracción de nuestro almacén, un comportamiento bastante superado en los últimos meses, en especial por Cimex, que mantiene constante frecuencia de sus carros.
Un presente bueno con un futuro mejor
Prosa totalizó 45 millones de rollos en el 2015. “Solo a ese monto se le puede llegar, es el tope de la capacidad”, especifica el director general. Apunta que si el estimado de la demanda del 2016 rondó los 63 millones, la del 2017 anda por los 94 millones, números que acercan a un probable consumo nacional.
La dicotomía entre solicitud y oferta parece ir en camino de ser despejada. El próximo año, asegura González García, serán instaladas dos líneas, máquinas que completarán la producción anual de 110 millones a 115 millones de rollos de papel higiénico.
“Como empleamos materia prima importada y nacional pretendemos que estos nuevos equipos usen todo lo que se recoge en el país, pues el papel distribuido a las tiendas, que le decimos ecológico, es ciento por ciento fruto del reciclaje, lo que sería una ventaja adicional”.
Si el futuro inversionista de la fábrica ubicada en Cárdenas luce óptimo, el presente se le asemeja. El montaje de una caldera, la conclusión de la planta de tratamiento de residuales y de la báscula, integran el trío de acciones en curso. “Todo esto nos dará tranquilidad productiva, esencial para una industria que como esta opera 24 horas casi los 365 días…”
Rememora los quebraderos de cabeza que en más de 15 años ha significado contar con una sola caldera, afectada por las lógicas roturas de un equipo que ya rebasa su vida útil, y alaba las ventajas que entrañará la puesta en funcionamiento de la nueva.
Explica que si la planta de residuales, ya en fase de prueba, resolverá parte de un añejo perjuicio medioambiental, la pesa para camiones certificará la cantidad exacta de materia prima suministrada, la elemental comprobación que estarán en condiciones de realizar.
Fuera mucho mejor si los pagos distinguieran
Ramón Aranguren, en la plaza de rebobinador, compara con alegría los 300 y pico de pesos de antaño con los casi 800 de ahora, más o menos el doble, según donde cada cual se desempeñe. “Súmele a esa cantidad los 20 CUC de la estimulación y verá a cuánto subió lo que cobramos”, y sonríe.
“Es verdad que estamos contentos porque ganamos más, pero no satisfechos. Es injusto devengar lo mismo si no todos trabajamos igual”, advierte Deysi Ayllón, desde la autoridad de sus tres décadas de labor, un criterio apoyado por uno que apenas lleva 24 meses, el joven Luis Alberto Abella.
“Constituye un freno no distinguir por el aporte específico, eso lo sabemos. Por eso se gestiona con la dirección la posibilidad de asegurar tal diferenciación”, considera Ana López Zamora, jefa de turno en el taller de conformado o higiene, un hecho con el que concuerda el secretario del buró sindical.
“La de Ana es la mejor brigada, por eso deben ingresar en correspondencia con sus resultados. De eso existe claridad por aquí y es un planteamiento pendiente, porque a esa justeza en la remuneración tenemos que llegar”, apunta Morales Arango.
Un asunto urgido de respuesta lo asocian al pago de los innovadores, retribución que en no pocas empresas mixtas del país sigue trabada. “Cuesta mucho mantener funcionando equipos con 35 años y duele que eso no se reconozca, según lo legislado”, lamenta el mecánico Pablo Cabeza. “En el fórum sí andamos bien, pero no se gratifica monetariamente a los responsables de mantener en alta la fábrica”.
Aunque fue en el área donde elaboran rollos de papel higiénico que surgieron los reclamos de repartir el dinero con arreglo a cómo se participa en la producción, la inquietud parece generalizarse en Prosa, lo mismo que sucede con la necesidad de continuar invirtiendo en climatización, baños, extractores o uniformes adecuados al verano, algunas agujas que dan pequeños pinchazos a un colectivo, que para ser justos, dejó atrás sus peores momentos.
Los tiempos que hoy corren son distintos, también por la estratégica alianza entre sindicato y administración, un camino que sin ser de rosas, precisa Morales Arango, permite llegar a objetivos comunes.
“Para las vacaciones de julio y agosto planificamos excursiones a La Habana, Villa Clara y Cienfuegos, algo que se disfruta bastante, y estamos creando un equipo de béisbol, que lo perdimos con la fluctuación laboral”.
El dirigente del buró sindical está claro de cuánto resta en la representación eficaz de los trabajadores. Por eso aprovechan el clima que ahora se respira, convencidos allá de que los planes se cumplen con eficiencia si se dispone de “una dirección que facilite las cosas, reconozca la valía de sus empleados y la utilidad del sindicato”.