Sus deliciosas estampas (aunque muchas veces el adjetivo pudiera ser “cáusticas”) de la cotidianidad divirtieron a millones y molestaron a no pocos… es que solían poner el dedo en la llaga.
Sus columnas en las revistas Bohemia y en el periódico Juventud Rebelde abordaban eso que llamamos “la realidad” con un humor picante y cubanísimo: el látigo con cascabeles que pedía Martí.
Su obra ha sido publicada también en Chile, Uruguay, República Dominicana, Argelia, India, Noruega… pero Zumbado disfrutaba sobre todo su vínculo con el público cubano.
Premio Nacional del Humor, Héctor Zumbado recibió el mejor homenaje de sus contemporáneos: la popularidad y el respeto. Algo queda claro: si alguien quiere conocer al cubano, sería recomendable que leyera algunas de sus páginas.