Su aroma envuelve misterios y trae consigo una cultura que llega desde los aborígenes hasta nuestros días. José Martí, el mayor de los cubanos, lo describió con su poética extraordinaria: “…hoja india, consuelo de meditabundos, deleite de los soñadores, arquitectos del aire, seno fragante del ópalo alado…” Dicen que fumar un habano es casi estar embrujado y aseguran los tabaqueros villaclareños que los que se confeccionan en sus fábricas tienen calidad probada.
La empresa de tabaco torcido de este territorio central es la más integral del país con resultados relevantes avalados por utilidades superiores al 109 %, ingresos por encima de los 30 millones de pesos en divisas con un crecimiento de 2 millones respecto al año anterior. “Esto se logra si disminuimos los gastos, con el aprovechamiento óptimo de las capas en las que se confeccionan más de 150 surtidos de las diferentes marcas que se comercializan en el país”, aseguró Alexis Márquez Fuentes, director de la empresa, quien explicó, además, que la calidad distingue las producciones de las diecisiete unidades, tanto las destinadas a la exportación como las del consumo nacional, lo que se evidencia por el bajo rechazo de la producción, la alta comercialización y el estricto control interno.
Afirmó que para garantizar lo anterior se realizaron mejoras constructivas en los establecimientos, así como garantías de las condiciones de trabajo de los obreros.
Los tabaqueros de Manicaragua
Junto al lomerío, donde se cultiva una buena parte del tabaco de la provincia, se confeccionan las brevas tubulares. Allí en Manicaragua el puro sale de las manos de los obreros de la fábrica Francisco Dámaso Rodríguez, y el aroma característico, tiene el sello de ser elaborado en una de las mejores tabaquerías cubanas.
Nada interrumpe las labores de estos hombres y mujeres en la galera, la concentración es impresionante y el movimiento de las manos, de las chavetas, de las prensas, es exacto. Sorprende la agilidad con que seleccionan las hojas, cómo escogen cada una, porque hacen funciones diferentes: la fina da el encendido, la más gruesa lo mantiene, la intermedia proporciona la fragancia. Manualmente estiran cada hoja hasta colocar la capa, esa lámina decisoria, la última… Así las mezclan y funden el tubo con el tamaño correcto, en un proceso que no termina hasta clavar la puntillita minúscula que da el sellado de la caja y el cuño que los distingue.
Niurka Sánchez, la especialista de calidad, es experta en detectar los defectos en la confección, “me detengo en cuestiones puntuales como el grosor, la dimensión, el trazo de la capa, la forma de la perilla… “Eugenio Cabello, con más de 30 años de experiencia en terminado, llega a la exquisitez, “todo tiene que ser perfecto, colocarlos de oscuros a claros, el doblez del recubrimiento, el pegado, en esos detalles está el respeto a una cultura y un saber que tiene siglos de existencia”, dijo convencido mientras con ojo suspicaz cambia de posición una breva y otra hasta dejarlas en una degradación exacta del ámbar que sorprende a la vista.
“Todo es un proceso que termina en el control de la calidad y en el departamento de acabado, tiene sus reglas y son la garantía de mantener el prestigio del producto, pero antes tuvo que existir una buena selección y preparación de la materia prima, dar o quitar humedad a las hojas”, afirmó Carlos Camacho, director de la unidad empresarial de base (UEB), y añadió:
“Estamos también garantizando el futuro de los torcedores porque es un oficio que no se aprende en un día, hay que gestarlo desde la tradición y con la juventud, la destreza manual se adquiere con los años”.
Amet, Maria Elena, Dayani, Yordan y Adrián son cinco de los nuevos que han pasado el curso y que aspiran a formar parte de la galera. “Ese es el deseo, ser tabaqueros, es un oficio hermoso que en Manicaragua está en la sangre y en las familias, además de ser muy bien remunerado”.
En esta fábrica cada tabaquero produce alrededor de 150 unidades diarias, el salario promedio es de mil 113 pesos en moneda nacional y más de 20 CUC. De enero a abril han producido un total de 551 mil 755 unidades por valores superiores a los 794 mil 385 CUC, a pesar de la situación existente en el país con la capa, debido a los problemas climáticos.
Aplauso de chavetas para Roberto
Cuando Roberto Reyes Ávalos llegó al vapor, su puesto de trabajo en el primer asiento en el área de torcido, sus compañeros lo recibieron con un aplauso estremecedor, ese característico de chavetas, pero esta vez mucho más entusiasmado que de costumbre, pues reconocían a uno de los suyos, un hombre que es voluntad probada.
Él pudo ser arquitecto o ingeniero, tiene una inteligencia natural y con sus manos es capaz de construir maravillas, pero a los 16 años la vida le jugó una pasada terrible: la muerte inesperada del padre lo afectó a tal punto que del impacto quedó casi sordo y le fue imposible continuar sus estudios.
Se aferró a otro sueño: ser un trabajador ejemplar. Dicen quienes lo conocen que es un tabaquero casi único, ha desarrollado su capacidad del tacto al punto de ser capaz de seleccionar las hojas con solo tocarlas y determinar las cantidades que debe utilizar para una vitola a simple vista.
Sus manos y su mirada tienen la misma suavidad que las hojas que acaricia y con humildad, en un esfuerzo por comunicarse, expresó: “Estoy orgulloso y sorprendido con el aplauso y el reconocimiento”.
Es que Roberto, un hombre sencillo que tuerce los mejores tabacos del mundo, acaba de recibir la Medalla Lázaro Peña de Tercer Grado, alta distinción que otorga el Consejo de Estado, la Central de Trabajadores de Cuba y el sindicato tabacalero.