El movimiento sindical cubano rindió homenaje a Lázaro Peña González con una peregrinación en la necrópolis de Colón, en La Habana, al cumplirse este domingo el aniversario 105 del natalicio del inolvidable fundador de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
En el panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, donde reposan sus restos fue depositada una ofrenda floral en nombre de la clase obrera del país representada por trabajadores, dirigentes sindicales de todos los sectores en la capital cubana e integrantes del secretariado nacional de la CTC encabezados por Carmen Rosa López Rodríguez, su segunda secretaria.
Con la enseña nacional y banderas de la CTC y la Federación Sindical Mundial (FSM) los participantes en el acto colocaron flores ante el nicho donde reposan los restos del Maestro de cuadros sindicales, como lo calificara el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
En declaraciones a esta edición López Rodríguez expresó que este 29 de mayo también se celebra el Día del trabajador tabacalero en recordación a Lázaro Peña, quien desde ese sector inició su batallar como abanderado de la unidad del proletariado la cual quedó refrendada en 1939 con la fundación de la CTC, organización de la que fue su primer secretario general.
Este pequeño tributo que rendimos aquí lo hacemos con mucho amor hacia el líder obrero que tanto legado nos dejó para las generaciones que hoy tenemos el deber de conducir en representación de los trabajadores cubanos, subrayó.
Obrero torcedor de tabaco, discriminado por el color de su piel y la pobreza de la cuna en que nació, Lázaro le imprimía vehemencia a cuanto tuviera que ver con la justicia y el bienestar de sus hermanos de clase. Desde muy joven lo demostró cuando, desde las filas del Partido Comunista, organizó huelgas y otras acciones en pro de la unidad proletaria.
Nada fácil sería desde entonces la vida en el clandestinaje y tras la caída de la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958), ocupó las primeras filas en la lucha por la consolidación de la clase obrera en defensa de la naciente Revolución Cubana en 1959 y su proyecto social.
Lázaro consideró siempre al sindicato como la organización de masas más importante en la construcción del socialismo y para el éxito de los planes económicos en las fábricas y los talleres. “Es la mejor ayuda que pueden encontrar los organismos administrativos y estatales en sus funciones”, decía.
Llamaba a los dirigentes sindicales a prestar solícita atención a todos los trabajadores, con independencia del grado de participación de algunos en las tareas. Consideraba que sólo así podrían ser atraidos, interesados e incorporados a las actividades revolucionarias.
Su talento, bagaje político e ideológico fueron pilares decisivos en la organización del XIII Congreso Obrero y, en especial, en la elaboración de las tesis que sentaron las bases para encaminarse hacia una etapa superior de participación de los trabajadores en los empeños principales del país en la construcción socialista. Convaleciente de una cruel enfermedad consagró todas sus energías a tan alto objetivo.