Las unidades empresariales de base (UEB) irrumpieron con fuerza en el espectro económico cubano, movidas por el empeño de perfeccionar, fortalecer y hacer más viable el quehacer de la empresa estatal socialista.
En su andar, con más o menos tropiezos, han generado diversas consideraciones de especialistas, estudiosos, directivos, economistas y también de los trabajadores.
Hay quienes afirman, quizás con demasiado escepticismo, que “no nacieron con buena estrella”. Otros no conciben que la dirección de la entidad esté, por ejemplo, en La Habana y la UEB en Villa Clara, y se preguntan: “¿Cómo puede garantizarse a tanta distancia la atención directa imprescindible?”
Hace poco un asiduo lector inquirió: “¿Qué criterios se tuvieron en cuenta para determinar que un central azucarero no constituya una empresa, cuando resulta en la práctica una gran fábrica que agrupa a cientos de técnicos, especialistas y obreros y produce miles de toneladas? La realidad es que los ingenios son unidades empresariales de base y la entidad rectora radica en la capital de las provincias. Difícil de entender, ¿verdad?
Veamos algunos conceptos.
De acuerdo con lo establecido, las UEB tributan todos sus ingresos a la empresa, propone los niveles y tipos de producción o servicios a ejecutar, cumpliendo con las obligaciones establecidas en el plan de la economía, y participa activamente en su confección y ejecución. Aseguran además, su cumplimiento, con la programación y control de todas las tareas y garantizando una eficiente organización y la mayor calidad posible en la ejecución, así como el mejor aprovechamiento de los medios básicos, materiales y recursos generales, incluyendo los energéticos a su disposición.
Constituyen también centros contables que emiten sus estados financieros independientes, registran las operaciones según lo regulado y generan la información requerida acerca de los resultados de su gestión.
Hasta ahí todo está bien. Pero hay otro asunto medular: carecen de personalidad jurídica puesto que no tienen patrimonio propio y poseen una independencia relativa, ya que están subordinadas a la empresa. Sin embargo, algunos especialistas aseguran que ese estatus “no representa una limitante en el desempeño de las funciones atribuidas”.
La realidad es que ha sido —y es, de alguna manera— una preocupación en no pocas UEB. Por ejemplo, de acuerdo con lo que establecía la derogada Resolución No. 17, del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), se dieron casos de colectivos que sobrecumplían los planes con elevada eficiencia, obtenían ganancias financieras y no podían distribuir utilidades a sus trabajadores porque la entidad a la que pertenecen registraba pérdidas de manera global.
Eso quedó resuelto con el establecimiento de la Resolución No. 6, la cual instituye que “el director de la empresa desagrega, al nivel de las unidades empresariales de base en dependencia de sus características, los indicadores directivos y límites que correspondan y otros definidos para la formación del salario, según lo establecido en la metodología para la elaboración del plan”.
Las UEB “que cumplan con los indicadores desagregados pueden distribuir el salario formado con independencia de los resultados a nivel de empresa”, instituye ese cuerpo legislativo.
Eso está perfecto. Rectificar es de sabios
No obstante, en un reciente análisis sindical sobre el asunto trascendió que hay unidades que por razones diversas han perdido fortaleza en sus equipos económico-contables y en los departamentos de Recursos Humanos, lo que les hace difícil o casi imposible poder ejecutar lo establecido al respecto y continúan entonces dependiendo de las empresas a la cuales pertenecen. Ese es un problema a resolver con urgencia.
Por otro lado, el funcionamiento de las UEB debe ser tema de análisis periódico y permanente en cuanta estructura de dirección tenga alguna relación con ellas, para proponer y hacer a tiempo las correcciones y adecuaciones que resulten necesarias o adoptar las medidas que las fortalezcan y hagan cada vez más productivas y eficientes, como requiere la economía.
Las UEB son algo más que tres letras y al estar integradas a una empresa estatal socialista forman parte de la estructura básica de la economía cubana, por lo que requieren más atención y apoyo, y una mayor preparación y superación de sus directivos y trabajadores. En ellas se hace efectiva la producción o algún servicio, por lo que resultan eslabones esenciales.