Por Juan Dufflar Amel y Yimel Díaz
Un ameno recorrido por la aromática ruta del café, desde Yemen, su país de origen, por otros pueblos de la región y del Norte de África, ofreció el Excmo. Bader Al Awadi, embajador del Estado de Kuwait y decano del cuerpo diplomático árabe acreditado en Cuba.
La disertación sobre usos y costumbres árabes en la preparación y consumo de esta bebida universal tuvo lugar en la Casa de los Árabes, donde su director, Rigoberto Menéndez Paredes, recordó que el café fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO en diciembre de 2015, y que la explicación de Al Awadi acercó al público cubano a una práctica que constituye un símbolo de proverbial hospitalidad en la cultura, hábitos y tradiciones de algunos pueblos.
El diplomático kuwaití brindó una panorámica de la milenaria historia del café, tipos, formas de cultivo, preparación y maneras de ingerirlo en los diversos países árabes e islámicos, donde el acto posee una liturgia propia y representa una forma de expresar el compromiso social, la amistad, la fraternidad y el amor.
Al Awadi habló de las tres formas de café más populares, el llamado café árabe, el turco y el negro, que es el más conocido en Cuba. Explicó el uso que se le da entre los pueblos de su país natal, donde se mezcla con otras especies aromáticas como el cardamomo, el azafrán, y el clavo de olor, lo que les confiere un color, aroma y sabor característico.
La conferencia del kuwaití contó con el apoyo didáctico de los utensilios empleados, por ejemplo, en el ritual del café entre beduinos. Mostró los pilones, así como algunas de las antiguas y modernas cafeteras atesoradas por la Casa de los Árabes, perteneciente a la Oficina del Historiador de La Habana, utensilios que en algún momento sirvieron para triturar y procesar los aromáticos granos.
Habló de las costumbres propias de la cultura árabe de tomar café y brindarlo como gesto cortés a los familiares, invitados o visitas. Para ello existe un grupo de reglas no escritas que se transmiten oralmente y dicen mucho de la hospitalidad, la fraternidad y las relaciones sociales entre los que comparten una taza de café.
La primera taza suele ser la más importante, aclaró Al Awadi, pues si el visitantes la acepta y la toma, predice una charla amena, tranquila, pero si la coloca en el piso sin beberla, significa que trae un problema o solicitud que quiere tratar con el dueño de la casa, que es quien prepara el café.
Otra peculiaridad es que mientras el visitante extienda la taza, se le debe servir. Cuando está satisfecho debe sacudirlo de forma peculiar.
Los dátiles y otras golosinas dulces suelen acompañar el consumo del café en esa región y también fueron degustadas con placer por quienes compartieron una tarde de café a lo “beduino”.
La disertación y la ceremonia del café fueron ocasión propicia para recordar la frase de José Martí, el Héroe Nacional de Cuba:
“El café tiene un misterioso comercio con el alma; dispone los miembros a la batalla y a la carrera, limpia de humanidades el espíritu, aguza y adereza las potencias, ilumina las profundidades interiores, y las envía en fogosos y preciosos conceptos a los labios. Dispone el alma a la recepción de misteriosos visitantes, a tanta audacia, grandeza y maravilla”