No cejes en el empeño, ten siempre un espacio para recordarles a los lectores elementos básicos que deben cumplir para que la tramitación de las cartas llegue a feliz término. Así me aconsejó hace unos días el colega y amigo José Alejandro Rodríguez, responsable de la sección Acuse de recibo en el periódico Juventud Rebelde.
Por eso hoy reitero acerca de la necesidad de que todas las cartas consignen el remitente y, por ende, nombre y apellidos, dirección particular, provincia y centro laboral. Y recalco en todas, pues resulta raro encontrar aquellas faltas en la correspondencia postal, aunque harina de otro costal se cuece en las recibidas por correo electrónico que, además, superan con creces a las otras.
¿Echaría usted al buzón una misiva sin sus datos personales? Claro que no, sería la respuesta mayoritaria, porque una ínfima minoría sí lo hace cuando quiere mantener el anonimato. Para estos últimos sus quejas no son tramitadas, como tampoco las que vienen firmadas a nombre de colectivos laborales o grupos de personas.
Mucho dijimos que esos casos quedarían archivados; sin embargo, transcurridos casi cinco meses del año nos hemos dejado llevar por la sensibilidad que despiertan algunos textos y reenviamos el mensaje para que sus autores completen los datos.
Pero esto no será eterno. El respeto debe ser mutuo y carecemos de personal y de tiempo, para mantenernos perpetuamente recabando la comprensión de los máximos interesados en que su queja o duda sea gestionada.
Caligrafía aparte
En ocasiones, los menos, algunos de los que escriben están conscientes de sus alarmantes faltas de ortografía y nos ofrecen disculpas. Eso ocurre con profusión en los emails. ¿No sería mejor que aprovecharan las bondades de redactar un documento en word y comprobar la gramática y los signos de puntuación?
Ni qué decir de las letras ilegibles. No es capricho. Tengo ejemplos de casos que leo hasta cuatro veces y me resulta imposible hilvanar ideas completas. Lo que logro adivinar lo subrayo y así lo reciben en las instituciones y organismos hacia donde enviamos las cartas. En oportunidades resulta infructuosa nuestra ayuda, porque la respuesta se limita a exponer que por ser incomprensible el texto es difícil conocer qué solicita la persona.
Para el final he dejado otro aspecto no menos importante. Buzón abierto tramita las cartas, pero contestarlas es total responsabilidad de quienes la reciben. En qué lapso lo hacen puede ser tema de otro comentario, al igual que las vías establecidas por las instituciones públicas para atender a la población.
Tenga en cuenta que, por ejemplo, si usted posee afectaciones en el suministro de agua potable la responsabilidad recae en una entidad local. Como prensa enviamos la queja al organismo nacional y al consejo de la administración provincial. La celeridad de estos en averiguar y resolver la situación toma diversos gradientes que escapan a nuestro alcance. Pero no importa, siga escribiendo.