Por Frank Padrón
Cuando cientos de trabajadores reclaman ante el Parlamento en París la abolición de impopulares leyes que promueven el paro y la inseguridad laboral, y en medio de las corrientes neoliberales que en el mundo contemporáneo crean graves problemas dentro de los más diversos colectivos de obreros, varias obras recientes de la cinematografía gala se hacen eco de ello, como (de)muestra el festival que por estos días y durante todo el mes corre por cines capitalinos y de provincias.
La premiére del esperado evento, El outsider (2016), coescrito y dirigido por uno de los directivos de la cita, Christophe Barratier (El coro) se basa en hechos y personas reales: Jeróme Kerviel, famoso operador de mercados (trader) que a los 31 años hubiera podido derrumbar la Societé Generale de la bolsa e incluso el sistema financiero mundial, por lo cual fue a prisión y debió pagar elevadas multas.
La cinta narra de manera retrospectiva su ascensión y caída, pero no se limita a ello, sino (lo mejor) a radiografiar el brutal contexto que enmarca al antihéroe y sus censurables acciones: un mundo de feroz competencia donde cualquier cosa vale ante el impulso desenfrenado e irracional de ganar cada vez más dinero, y donde los sentimientos afectivos y humanos suelen ceder ante el imperativo financiero.
Barratier logra incorporarnos a la trama compartiendo la angustia y el suspense de la historia, donde a la puesta dinámica y sólida en lo dramatúrgico se unen notables actuaciones, que comienzan por el joven Arthur Dupont, a propósito, huésped nuestro en esta edición del Festival.
Colindando lo trágico, se desarrolla La ley del mercado (2015), de Stéphane Brizé, cinta que obtuvo premio del público en el Festival de Cine Europeo de Bruselas.
El desempleo ha afectado al cincuentón Thierry durante 20 meses, por eso cuida con celo su trabajo en un gran supermercado, pero al entrar en contacto con el asfixiante ambiente laboral se pregunta si vale la pena conservar el puesto.
El filme se expresa de modo seco, frío, cortante, como la realidad que expone; asume un aire casi de documental y de este modo emplaza, más que los errores que cometen sus colegas, la intolerancia y la deshumanización de sus jefes, implacables y cerrados. Vicent Lindon (Premio César al Mejor Actor) encabeza un elenco concentrado y dúctil.
Y hablando de documentales, sobresale Huracán (2016), de Cyril Barbançon, Andy Byatt y Jacqueline Farmer. Estreno mundial en Cuba, el paso del ciclón Lucy por territorio norteamericano y caribeño (incluyendo, como debe recordarse, nuestro país) arranca a estos realizadores un análisis que trasciende la recreación de los hechos, por cierto, impresionantemente fidedigna y realista: la personificación del meteoro que en hermoso texto in off expone sus verdades y aparente sinsentido, descuella quizá como su mayor mérito.
Un documental que acude a procedimientos fictivos para llevar mucho más lejos su propuesta conceptual, y donde fotografía, música y edición redondean una indiscutible obra maestra.
El Festival se desarrolla con éxito y la habitual recepción, mas para próximas ediciones hay que evitar una dificultad que ha lastrado la presente: varios títulos programados no han sido exhibidos por haberse enviado en soportes que a la hora de la proyección no abren y causan la esperada molestia del respetable. Casos como el de Fui banquero, que por desarrollarse en Cuba despertaba gran interés, estuvo entre esos filmes, aunque esperamos que en algún momento no muy lejano puedan apreciarse como Dios manda.