Icono del sitio Trabajadores

Berta Jottar: Un acercamiento a las raíces

Berta Jottar.
Berta Jottar.

Por Claudia Zurita Delgado

Música, danza, fronteras e identidad afrolatina son temas centrales en la carrera artística y académica de Berta Jottar. Su trabajo refleja un marcado interés en el documental y la investigación etnográfica, por lo que decidió titularse como Doctora en Ciencias en Estudios de Performance,  en la Universidad de Nueva York. Es igualmente realizadora de audiovisuales como: Rumba… que te quiero ver, Border Swings/Vaivenes Fronterizos, War Games, Erasing the Line, Cholos…, The routes of rumba-Central Park stop! y Pepino`s back. Durante su más reciente visita en Cuba nos contó sobre su trabajo.

¿Cómo ocurre tu acercamiento al mundo documental?

Crecí en México. Mi madre es siriomexicana y mi padre es un pescador cubano perdido durante una tormenta  en el golfo de Veracruz. Mi trabajo en la televisión comenzó como asistente de producción para el canal 11. Después de un tiempo pasé a ser asistente de dirección de Sara Minter, una de las primeras videoartistas de mi país. Ella me invitó a trabajar en el documental Tijuana entre dos mundos. Una experiencia muy provechosa, pues en esa época este lugar era considerado la frontera del horror, debido a que toda la filmografía existente solo reflejaba delincuencia, drogas y prostitución. Parte del proyecto era mostrar un poco la historia de Tijuana como un espacio híbrido, donde el arte es una cuestión bicultural, binacional,  un tercer espacio que no es ni México ni Estados Unidos.

Cuando acabó la filmación decidí  cruzar al otro lado y como tengo nacionalidad estadounidense pude hacer una Licenciatura en Comunicación, y después el doctorado en Nueva York.

Como productora también hice Cholos, que trata sobre los jóvenes mexicoamericanos que viven en la frontera, en ambas partes. Su forma de vida está ligada al  tatuaje, al grafiti y a los carros de la época de los 40 del pasado siglo. Esta ha sido una población muy marginalizada y por ser pobres las drogas invadieron su ambiente. El trabajo consistió en documentar todo de este movimiento en las calles.

La comunidad cubana y latina es un tema recurrente en tu obra. ¿Es una forma de volver a las raíces?

Aunque yo no crecí con mi padre, mi madre me llevaba a ver a sus amistades que eran en su mayoría músicos y santeros. Entonces el domingo era el congrí, la gallina en el baño, el coco.  En todas las fiestas siempre estaba la tumbadora por ahí. Esa fue mi entrada a los cinco o seis años. Ya en México durante mi estancia en el canal 11 hacía un programa sobre rock en español y el productor me habló sobre la rumba del Parque Central. Cuando llegué a la gran manzana ese fue el primer lugar donde  quise ir.

Así llegó The routes of rumba-Central Park stop! Cuéntame cómo fue el proceso.

A los dos días de llegar a Nueva York entré al metro y me topé con una mujer santera. Enseguida me dije que ella debía saber el lugar específico de la rumba. Le pregunté y efectivamente iba hacia allá. De este primer acercamiento surgió el documental y mi trabajo de graduación del doctorado.

Esta etnografía experimental es un tributo a la rumba tradicional cubana, ejercida públicamente por casi  50 años en el Parque Central. Durante el proceso conocí a figuras como Cándido Camero, el percusionista más viejo, y a Carlos Patato Valdés.  El audiovisual muestra la interacción entre cubanos y puertorriqueños,  pues estos últimos son quienes acogieron la música y cuidaron la tradición. La rumba es eso, es cubana, pero es también un símbolo de unidad afrolatina y afrocaribeña.

¿Cómo nace Pepino`s back?

Precisamente a través de la rumba. Debido a mi experiencia con la comunidad cubana el director Luca Bich me llamó para proponerme un trabajo. Debía buscar un sujeto que no hubiese regresado a Cuba en 30 años. Como me muevo en el mundo de la música una de las opciones fue Jorge Luis Fernández, Pepino, quien fue el gran guitarrista del legendario grupo de rock Almas Vertiginosas. Lo contacté, le conté lo que queríamos hacer y casualmente él estaba preparando un viaje a la isla.

Estuvimos dos semanas filmando momentos muy puntuales del regreso: el reencuentro con sus amigos y la visita a la tumba de su madre. La idea era  captar el sentir de una persona que ha estado alejada por tanto tiempo de su país. Fue un viaje emocional.

Una de las cosas maravillosas del proceso fue contar con Rogelio París, quien es mi conexión con el cine cubano. Desde que lo conocí me acogió inmediatamente lo cual fue una gran experiencia por su entendimiento de la música como un espacio social y cultural. Entonces Lucas propuso incorporar a Rogelio en el guion, con un corto dentro del documental. Esta es quizás la última entrevista que concediera, pues falleció también hace aproximadamente un mes. El preestreno en el Festival Internacional de Cine Pobre fue de alguna forma el medio encontrado para homenajear a este gran hombre. Creímos que era importante tenerlo presente.

¿Qué otros proyectos tienes?

Estoy trabajando con Willard Morgan en su proyecto Vestiphobia como asesora conceptual, productora y cámara. Además estoy investigando la primera y última generación de rumberas cubanas en La Habana. Es un trabajo etnográfico sobre estas mujeres que no son representadas en el discurso académico de la mulata y la rumbera, debido a los estereotipos que existen alrededor de este tema. Estoy tratando de entender como esta generación, entre 30 y 40 años,  ha ayudado a nacionalizar el folclore. De ahí saldrá un documental y un texto académico.

Compartir...
Salir de la versión móvil