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Primero de Mayo distinto

Mientras en muchos lugares del mundo los trabajadores, encabezados por sus sindicatos se lanzan a las calles un día como hoy a reclamar sus derechos, en Cuba no luchan por reformas, ni en las marchas se enarbolan pancartas reclamando un empleo decoroso, ni exigiendo el pago de las jubilaciones, ni la garantía de seguridad social ni igualdad de la mujer ante el trabajo.

En los desfiles que se realizan en todas las plazas y calles del país y que impresionan al mundo por su masividad y entusiasmo,  se juntan las masas laboriosas para defender su sistema político, que le ha garantizado durante más de medio siglo lo que para otros son aspiraciones y que ha demostrado un permanente afán de perfeccionamiento en el propósito de lograr cada vez mayores beneficios para su pueblo.

Esa es la gran diferencia de nuestro Primero de Mayo.

Y la consigna que ha presidido los desfiles de este año encierra  un mensaje medular: Por Cuba, unidad y compromiso, lo que encarna la convicción de que la Patria se defiende entre todos,  esa unidad ha sido, es y será nuestra mayor fortaleza;  y compromiso porque del esfuerzo de cada cual en el puesto que le corresponda dependerá el avance de un proyecto social que ha logrado sortear los mayores obstáculos sin dejarse torcer el rumbo.

Ese compromiso me hace recordar aquella gigantesca concentración en la que hace 55 años se declaró a Cuba territorio libre de analfabetismo, una batalla que se ganó con unidad, heroísmo y sacrificio colectivo, y en la que los autores de esa proeza lograda en solo un año, el mismo en que se produjo la agresión mercenaria por Playa Girón que pretendió destruir la Revolución, formaron un coro gigante de voces decididas que inundaron la Plaza de la Revolución con un reclamo: ¡Fidel, Fidel, dinos que otra cosa tenemos que hacer!

Esa es la disposición de los cubanos, que unidos a su dirección revolucionaria ha demostrado su disposición y capacidad de hacer en todos los terrenos, dentro y fuera de nuestras fronteras, aún a costa de la vida, como ha ocurrido en las misiones militares, en el apoyo a las campañas de alfabetización de otras naciones, y en la asistencia solidaria a víctimas de desastres naturales como fue el reciente caso de Ecuador.

Hoy los hombres y mujeres  que en formidables desfiles recorren plazas y calles de la geografía de este archipiélago podrían decir ¡Fidel, Raúl, dinos que otra cosa tenemos que hacer!, porque saben que con su participación activa en esta obra están ayudando a construir el futuro.

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