Desde hace varios meses Mislaidis de la Cruz Díaz, vecina del barrio de Providencia, en el municipio granmense de Bartolomé Masó, vive una extraña situación con su ubicación laboral.
Vinculada a la Agricultura durante 19 años, ella quedó disponible en julio del 2015. Ahora lucha por una nueva plaza, pues desde marzo pasado trabaja como custodio en una tienda donde —según su misiva a esta sección— debió ser la dependienta.
Mislaidis siguió todos los pasos pertinentes para hacer valer su mejor derecho. No la pudieron reubicar en una unidad básica de su zona “por problemas económicos”. Fue a la dirección municipal de Trabajo y Seguridad Social y quedó pendiente de colocación.
Parecía que una buena oportunidad surgía cuando en diciembre del 2015 comenzó en su localidad la construcción de una instalación para vender insumos agropecuarios. Enseguida fue a su antigua empresa, pero “la respuesta fue que no estaba en sus manos ubicarme, porque a pesar de ser del mismo organismo, la tienda dependía de la provincia”.
En enero volvió a las oficinas de Trabajo porque ya en el futuro establecimiento “tenían personal ubicado por la Empresa de Suministros del municipio”, en específico un compañero que laboraba como custodio hasta que abriera la instalación comercial. Esta persona, refiere la lectora, “tiene una finca en usufructo asociada a una cooperativa de producción agropecuaria y hace dos años y medio había pedido baja de su centro laboral, perteneciente a Comercio y Gastronomía”.
La subdirectora de Empleo habló por teléfono con directivos de recursos humanos deesa entidad, y les dijo que eso era una violación, pues había trabajadores disponibles del mismo organismo pendientes de ubicación.
A Mislaidis le llenaron entonces los documentos para que fungiera como custodio hasta la apertura de la tienda, y la volvieron a mandar para su casa, a esperar.
A partir de ahí pidió ayuda al sindicato provincial, donde “la respuesta fue que había demorado demasiados meses para hacer la reclamación”. En el Comité Municipal del Partido tuvo mejor suerte, le escucharon, tomaron sus datos y hasta llamaron a la empresa provincial en Bayamo. El director confirmó que la tienda era una subsede de ellos, pero los trabajadores los seleccionaba la dirección de la Empresa Agroforestal de Masó.
“El 15 de febrero me buscaron en mi casa, me mandaron a trabajar como custodio nocturno, pero sin ningún papel. Comencé, pues pensé que era por poco tiempo, porque ya la tienda estaba casi concluida. Me pagaron esos quince días, no sé cómo lo hicieron, pues no había contrato ni nada”.
El 1º de marzo surtieron la tienda, pero a Mislaidis solo le dieron a firmar su contrato como custodio, lo cual hizo “a disgusto”. En la plaza de dependiente mantuvieron al trabajador ajeno al sector. Ella insistió en su reclamación con el Partido municipal, y le aseguraron que habría solución.
Y por fin la tienda abrió el 24 de marzo. Mislaidis continúa con las guardias nocturnas. El otro trabajador sigue de dependiente. Ella persevera en el reclamo por la plaza que, al parecer, le escamotearon.