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Mario y Pablo: medio siglo dedicado a la avicultura

Hace más de medio siglo, Mario Pérez Valdés y Pablo Morejón Milián subieron al mismo ómnibus que los conducía a La Habana, sin siquiera conocerse y sin saber que su vida discurriría por caminos similares.

Les correspondería a aquellos jóvenes, que iban a estudiar para ser técnicos, cimentar con sus conocimientos científicos la medicina veterinaria en el área de la avicultura en Pinar del Río, en los primeros años del triunfo revolucionario.

Transcurridos tanto tiempo, hoy son cincuentenarios del sector en una empresa consolidada. Pero no olvidan los inicios sin transporte, los días lejos del hogar y la consistencia que les permitió asistir al desarrollo del sector en la provincia, como actores privilegiados y no meros testigos.

“Existía un médico, ya muy viejo, que venía de La Habana a Pinar del Río”, recuerda Mario, tres años mayor que Pablo. Le toco asumir, entonces, una provincia gigantesca y con una actividad incipiente. Por eso se movía, constantemente, desde el lejano Guane hasta Candelaria.

Pablo, a la izquierda y Mario, a la derecha, más de cincuenta años dedicados a la avicultura. Foto: Eduardo González Martínez

 

“Vivía lejos y por ello me levantaba de madrugada para trasladarme. Me quedaba donde me cogiera la noche, a veces en las mismas granjas”, cuenta Pérez Valdés. Cuando formó su familia, a veces pasaba los días y apenas veía a sus hijos dormidos, ya en la noche.

Después las cosas cambiaron y se incorporaron más personas. La avicultura en el territorio experimentó un crecimiento notable, que decayó en la década de 1900.

Ambos volvieron a la capital nacional para estudiar, entonces, patología aviar, a mediados de los sesenta. A Pablo correspondió en los comienzos, igualmente, laborar en condiciones difíciles similares, y cumplió misión internacionalista en Angola en 1976. Después iría a la universidad.

“Es mi hermano gemelo en el trabajo, siempre nos hemos respetado mucho, y hemos sido jefe uno del otro. De vez en cuando nos sentamos a conversar sobre temas relacionados con la salud de los animales”, sonríe Morejón Milián.

La avicultura que ellos encaminaron y cuidaron en la actualidad no es la misma. De las naves con techo de guano se evolucionó a una entidad con resultados superiores y mejores condiciones, de la cual ellos son grandes responsables.

Pablo desvió más sus accionar a las labores administrativas y se mantiene activo a sus 67. De hecho no piensa retirarse aún, porque se siente saludable y ocupa el cargo de Especialista de la Unidad Empresarial de Base de Logística, en la cual atiende habilitación sanitaria.

“A la juventud le diría que aprenda y sigan con un elevado nivel de sacrificio y lucha”, dice.

Mientras, Mario, con siete décadas de vida, no soportó la quietud del retiro, al cual llegó como Jefe de Servicios Técnicos. Un buen día volvió, y ahora es técnico en la dirección de la empresa.

El sentir de ambos lo resume Pablo: “En poco tiempo hemos contado el trabajo de cincuenta años, pero hay que enamorarse del trabajo, como uno se enamora de una mujer. Tenemos la realización del deber realizado, somos hombres realizados”.

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