“Para decir verdad yo no sabía nada de tanques”, rememora Daer Ávila a los 55 años de su irrupción en las arenas de Playa Girón como integrante de la dotación de un T-34, y cuenta detalles del suceso:
“A finales del año 1960 me asignan a Managua a pasar la escuela de tanques. Estaba esperando que concluyera el curso ya iniciado y empezara el otro para incorporarme, pero en abril nos sorprende la agresión a Playa Girón.
“No sabía nada de tanques”, lo reitera y recuerda que lo más que había hecho era ayudar a quitar la grasa de preservo de aquellas impresionantes máquinas recién llegada de la entonces Unión Soviética.
“A pesar de eso me dan el derecho de participar en los combates en la unidad de los T-34, bajo las órdenes del segundo teniente Néstor López Cuba, y no lo pensé dos veces, porque dispuesto estaba –y estoy- a dar la vida, si fuera necesario, por la Revolución.
“El día 17 por la noche salimos para Matanzas y el 18 amanecimos en Jovellanos, ya en territorio de Playa Larga nos encontramos con el capitán José Ramón Fernández, descendimos de los tanques bajo tremenda balacera, y Fernández denominó a las dotaciones para la comunicación.
“Al enfrentarnos a los Sherman -superiores a los T-34- se rompen las comunicaciones y López Cuba ordena la retirada para esperar el refuerzo de los tanques que habían salido por sus ejes de La Habana y cuando llegan se restablece el enlace y comenzamos la batalla hasta ocupar Playa larga.”
El trágico suceso…
“¿Cómo olvidar ese momento? Sobre las 10:00 de la mañana del día 19 de abril de 1961, ya habíamos tomado Playa Larga, nos dan la orden -a la tanquería y la infantería- de avanzar hacia Playa Girón; en el transcurso de la marcha nos interceptan aviones B-26 que descargan sobre nosotros todo su arsenal.
“Las escotillas estaban abiertas, ni habíamos retirado los depósitos adicionales de combustible. Íbamos apretados, porque las máquinas cargaban, también, a integrantes de la infantería y cuando avizoramos los aviones comenzamos a saludarlos, pues traían insignias cubanas y eso nos confundió. “En ese momento me alcanza una ráfaga que casi me cercena las dos piernas. Del tanque me saca Luis Fernández, el conductor, y me deposita a orillas de la carretera junto a otros heridos, los aviones retornan y con disparos de ametralladoras calibre 50 y bombas de Napalm tratan de rematarnos. Así son los asesinos, no respetan ni ese estado del contrario.
“De ese instante me llama poderosamente la atención la actitud de los heridos, algunos totalmente quemados, a punto de morir, y nos pedían con firmeza decirles a sus familiares que habían muerto en defensa de Fidel y de la Revolución. Hombres de esa estirpe son invencibles.
“Luego me trasladan hasta la retaguardia, donde estaban los médicos, ahí me amputan una pierna y me mandan para Alemania a seguir un tratamiento que logra salvarme la otra, gracias a la preocupación y los desvelos de Fidel que nunca ha dado la espalda a su pueblo y menos a los combatientes. Recuerdo que en ese grupo de mutilados de guerra estaba Fausto Díaz, un habanero de la infantería que había perdido sus dos piernas y el brazo derecho.”
Cincuenta y cinco años después
Hay Daer para ratos, pienso mientras lo veo, apoyando su cuerpo en dos muletas, con la huella natural del tiempo en su rostro y afincado, como siempre, en los valores de la Revolución.
Así anda, prodigando anécdotas, propias y de los otros, “porque la victoria en Girón y la que fundamos ahora, no puede ser obra de un solo hombre”, proclama el principio y convoca a las nuevas generaciones a buscar en la memoria histórica de la nación los argumentos necesarios para no cejar en la lucha por la independencia y la soberanía.
Así anduvo por centros laborales de la ciudad de Las Tunas, donde reside, enarbolando los valores de patriotismo, antiimperialismo, solidaridad…procurando el contacto con “los más nuevos”, “es que la Revolución está en sus manos”, les dijo en cada intercambio, y sintió satisfacción en los relatos que demuestran que ellos, “los más nuevos”, tampoco le fallarán a la Patria.
Este es un homenaje al Día del Tanquista que los cubanos celebramos los días 18 de abril, en homenaje a la memoria de quienes, desde esta arma, contribuyeron a derrotar la invasión mercenaria en menos de 72 horas.