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Boko Haram, el otro terrorismo

Al igual que otras regiones del planeta, África sufre también el flagelo del terrorismo, utilizado con diversos objetivos por grupos tribales, organizaciones políticas o religiosas del continente como Boko Haram, grupo de carácter fundamentalista, lidereado por Abubakar Shekau, que se expande por Nigeria, Camerún, Chad, Níger y Mali, adherido al denominado Estado Islámico (EI).

Surgido en Nigeria en el año 2002, los secuestros y violaciones masivas de niñas y mujeres, asesinatos, atentados, decapitaciones, ejecuciones sumarias colectivas y ataques contra la población civil, se han convertido en los métodos de extrema violencia aplicados por este movimiento separatista para tratar de conseguir sus fines políticos-confesionales.

Entre sus objetivos principales, proclama la toma del poder, la imposición de un Estado islámico en Nigeria, país de mayoría musulmana en el norte y predominantemente de confesión cristiana en el sur, y la implantación de la Sharia (ley islámica).

Desde su constitución, sus acciones terroristas se han caracterizado

por una extrema crueldad, entre ellas los ataques perpetrados en el 2013-2014 a una escuela de la localidad de Yobe, donde quemó vivos a cerca 60 estudiantes.

Uno de sus connotados hechos fue el secuestro en el 2014 de más de 200 niñas de un centro escolar en Jibik, como parte de su alegada campaña contra la educación occidental y en favor de la ideologización islámica. Muchas de esas jóvenes fueron violadas, vendidas posteriormente como esclavas sexuales, forzadas a convertirse al Islam mediante amenazas de ser decapitadas, o  abandonadas embarazadas.

Un reciente informe publicado por UNICEF para África Occidental y Central revela que el grupo yihadista utilizó a niños en uno de cada cinco atentados suicidas cometidos el pasado año en Nigeria, Camerún, Chad y Níger, una cifra diez veces superior a la registrada en el 2014.

Según el estudio, el pasado año hubo 44 atentados suicidas con menores, el 75% de los cuales eran niñas.

En muchas ocasiones, indican fuentes policiales, los menores son engañados para entregar un paquete a cambio de una pequeña cantidad de dinero o de comida, que posteriormente es detonado a distancia por un miembro del grupo terrorista. En otras, los niños son drogados y dejados en un lugar público cargados de explosivos.

El conflicto generado por Boko Haram ha provocado el desplazamiento de 1,3 millones de niños y el cierre de mil 800 escuelas, señala UNICEF.

Otras  estimaciones aseguran que el grupo  yihadista  mató  en  el  2015  a 3 mil 500 personas, a pesar de la creciente presión militar de los países de la región del lago Chad.

Occidente y sus agencias de inteligencia han desempeñado un rol principal en dotar a estas bandas de modernos armamentos.

Especialistas en temas militares aseguran que estos insurgentes están pertrechados con vehículos artillados, fusiles automáticos, armas antiaéreas y antitanques, granadas y explosivos adquiridos de la OTAN tras la guerra en Libia para derrocar a Muammar El Gaddafi. Arsenal que la organización belicista pasó de contrabando a milicias de combate en Libia, al grupo Al Qaeda y a Boko Haram, que las utilizan para sus ataques y acciones sediciosas en Nigeria, Mali, Níger, Camerún y Chad.

Para aniquilar esta agrupación fue creada la llamada Fuerza Multinacional Conjunta (MJTF) por sus siglas en inglés, compuesta por 9 mil efectivos de Níger, Chad, Benin y Camerún, encabezada permanentemente desde el año 2015 por Nigeria, que, según  fuentes   oficiales ha logrado restarle muchos de los territorios.

El terrorismo es hoy otro de los graves problemas internos por los que atraviesa el Gobierno de Nigeria, el país más poblado de África con 170 millones de habitantes, rico en hidrocarburos, con un gran comercio transfronterizo e innovaciones tecnológicas, pero con desigualdades económicas entre el norte empobrecido y el sur productor de petróleo, regiones convulsionadas por las cruentas acciones de Boko Haram.

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