Icono del sitio Trabajadores

Las caras de la moneda

Foto: René Pérez Massola
Foto: René Pérez Massola

 

Por Vivian Bustamante Molina   y Ariadna Pérez Valdés  

Las inversiones fundamentales a realizar responderán a la estrategia de desarrollo del país a corto, mediano y largo plazos,  erradicando la espontaneidad, la improvisación, la superficialidad, el incumplimiento de los planes, la falta de profundidad en los estudios  de factibilidad y la carencia de integralidad al emprender una inversión (Lineamiento 116)

El constructor resulta la cara del proceso inversionista aunque es el último eslabón; sin embargo, pienso que todas las etapas son importantes y ninguna puede fallar. ¿Favorables experiencias recientes? Hemos trabajado muy bien con los inversores en obras  de vialidad y las asociadas al Ministerio de  Energía y Minas.

 Habla Idalberto Capó Pérez, director del Grupo Empresarial de la Construcción en Cienfuegos, quien respondió sin vacilar a interrogantes de este equipo de Trabajadores,  que aprovechó la diversidad de especialistas  asistentes a las oncenas ediciones de la Feria  de la Construcción y la Conferencia Científico-Técnica asociada, para recoger opiniones  sobre un tema vital en el desarrollo de cualquier país, el proceso inversionista.

Y es que para los crecimientos económicos y de bienestar social que precisa Cuba  es impostergable que haya eficiencia, al menos en la mayoría de las construcciones. No  nos referimos solo al producto terminal: industrias, edificios, viales o conductoras de  agua, sino a todas las etapas que se necesitan en su ejecución, que por décadas han  distado de recibir elogios, con contadísimas  excepciones.

Como el mal requiere eliminarse de raíz, también fue tenido en cuenta en las prioridades recogidas en 20 de los Lineamientos  aprobados en el VI Congreso del Partido.

Las ferias internacionales de la construcción han contribuido al conocimiento y adquisición de productos y tecnologías que aportan eficacia en la ejecución de las obras. Foto: René Pérez Massola

 

La política definida en ese sentido requirió de cambios en el marco legal, ajustado a  las condiciones actuales. En marzo del 2015  entró en vigor el Decreto No. 327 que rige  dicha actividad, asistido de un conjunto de  normativas jurídicas complementarias que  pusieron fin a la dispersión legislativa existente en esta materia.

Con ellas se reafirmó que el sujeto principal sigue siendo el inversionista y quedaron precisadas funciones y obligaciones de  proyectistas, suministradores y constructores, también decisores en que una obra pueda  hacerse con “todas las de la ley”, para recuperar en tiempo y hasta en menos, el dinero erogado por el presupuesto empresarial o  presupuestado.

El camino hacia ese objetivo sigue empedrado. No estaríamos hablando del tema  si cada quien desempeñase bien su papel y  faltasen los imponderables en materia de importación. Al cierre del pasado año, durante  la evaluación del comportamiento de los sectores en reunión del Consejo de Ministros, se  reconocían los crecimientos en la construcción respecto a la etapa anterior, pero con  incumplimientos en cuanto a lo previsto en  esos últimos 12 meses.

En el 2016 es imprescindible revertir aquellos resultados, respaldando el esfuerzo del Estado y el Gobierno para priorizar  las obras de continuidad y crecer en las de  la rama productiva, generadoras de ingresos  externos, las de infraestructura y de sectores  estratégicos como son el turismo y las industriales.

Y todo eso tiene que sobrevenir por la construcción. De ahí que se afirme que el proceso inversionista está llamado a convertirse en el verdadero motor impulsor del desarrollo nacional, si bien todavía su eficacia  continúa siendo un reto para la economía.

Comentarios reiterados al respecto hemos escuchado por estos días en coberturas  periodísticas. Al igual que muchos directivos, especialistas y trabajadores de la construcción nos preguntamos cuándo habrá un  salto cualitativo y quedarán enterradas sempiternas deficiencias como poca o nula integralidad en los estudios de factibilidad, las  cuales pueden provocar atrasos y problemas  durante la construcción o en la explotación  de la obra; o que el contrato siga como un documento anodino.

¿Por qué aún ocurren situaciones extremas por las faltas de preparación técnica, de  proyectos ejecutivos y tecnológicos y, en general, de conciliación con los inversionistas,  o por mala organización de la fuerza de trabajo, además de baja productividad y calidad  cuestionable?

Foto: René Pérez Massola

 

Optimistas e inconformes

Una inversión que sale de lo normal está en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM). Dan Trujillo Castell, director comercial de la Empresa de Construcción y Montaje, afirma que “la inauguración del Centro de Negocios le imprimirá un mayor dinamismo al trabajo de todos”.

Allí estarán representados los organismos y oficinas relacionados con los permisos  y las licencias para poder ejecutar los proyectos. Es lo que se denomina ventanilla única y una de las adiciones al Decreto No. 327.  Anteriormente esos servicios se prestaban en  la ciudad de La Habana con las consiguientes dificultades y demoras.

Otro optimista es Idalberto Capó Pérez. Pondera las facultades que aumentan  para los empresarios con dicha normativa,  y celebra lo que implicarán la inminente  generalización de la licitación de obras y  que se consolide la especialización de las  empresas, en pos de mayor productividad  y calidad.

Varios expertos coincidieron en la importancia del contacto diario con el inversionista, la necesaria contradicción no antagónica y que se vele por las especificidades,  como ocurre en Varadero, donde hoy son imprescindibles equipos propios de demolición,  para cumplir con la disposición de eliminar  construcciones de la duna.

Es una tarea nueva en el proceso inversionista y la solución emergente fue asignar algunas maquinarias, pero necesitan  las suyas y “eso requiere tiempo en solicitudes e importaciones que atrasan el inicio  de algunos proyectos”,  asegura el arquitecto Iván Gutiérrez Pérez, director técnico del Grupo Empresarial de Construcción  de Obras del Turismo en la Playa Azul.

La maestría habla por el arquitecto Jorge Mesa García, especialista principal del  grupo de Gestión Comercial en la Empresa  de Proyectos No. 2, cuando afirma que todavía el inversionista no es la figura fuerte en el proceso constructivo y la solución  generalizada no puede ser contratar aquel  servicio.

Empero asevera que “hay ejemplos de equipos inversionistas que sí se consolidan, establecen sistemas de control, así como de aprobación de soluciones técnicas y de suministros, en función de hacer eficientes  los procesos de construcción y puesta en  marcha”.

Él aspira a que no sean excepción como el de la ZEDM. En qué plazo lo lograremos amerita respuesta rápida.

Compartir...
Salir de la versión móvil