Históricamente, la solidaridad mundial con Cuba se ha puesto de manifiesto de variadas formas. Una de ellas resulta la creciente asistencia de expertos en las más disímiles áreas del conocimiento a eventos organizados por universidades, instituciones y organismos de este archipiélago.
El bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por los Estados Unidos a la mayor de las Antillas no ha podido impedir el acercamiento académico, tecnológico, humano.
Por estos días estaremos aproximándonos a otro de los ejemplos: la oncena edición de la Feria Internacional de la Construcción (Fecons), que viste de gala con una respuesta contundente del empresariado a la convocatoria: casi 200 firmas de 29 países de todas las latitudes, incluidas 10 estadounidenses.
El creciente proceso constructivo, quizás a punto de un nuevo boom y las facilidades explícitas en la Ley de inversión extranjera aprobada en el 2014 son más que dos buenos incentivos para quienes deciden incursionar en la muestra y los que apuestan por reafirmarse en el mercado de la Isla, al cual nunca renunciaron a pesar de los momentos difíciles de la economía en la década de los años 90.
No por gusto España vuelve a ser la nación más representada.
Las ferias son más que vitrinas. Fecons, que tuvo celebraciones anuales desde sus inicios en 1998 hasta el 2003, fue la vía por la cual se conocieron y entraron el 90 % del equipamiento y recursos novedosos adquiridos por Cuba para materializar inversiones, fundamentalmente en obras de arquitectura e hidráulicas.
Hoy el interés está más centrado en la rama hotelera y de infraestructura para el sector turístico, así como también el industrial.
Vuelve Fecons, ahora del 5 al 9 de abril, para mostrar tecnologías y productos de punta a nivel internacional en el campo de la construcción, una rama necesitada de elementos que garanticen eficiencia en todos los eslabones de su cadena inversionista para responder al permanente reto de constituir puntera en los aportes al producto interno bruto, a la economía, a la sociedad.
