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Johannes Barthelmes: “Valoro mucho en los cubanos su arte para sobrevivir…”

Recurrentemente Johannes realiza sesiones de ensayo en el malecón habanero. “Anhelo vivir y trabajar en esta encantadora isla”, afirma el destacado saxofonista quien ha actuado varias veces en la peña de Rosalía Arnáez, en el Club Barbaram Pepito´s Bar. Foto: Heriberto González
Recurrentemente Johannes realiza sesiones de ensayo en el malecón habanero. “Anhelo vivir y trabajar en esta encantadora isla”, afirma el destacado saxofonista quien ha actuado varias veces en la peña de Rosalía Arnáez, en el Club Barbaram Pepito´s Bar. Foto: Heriberto González

 

“Amo a este país y a su historia. La Revolución cubana es un legado humanístico, cuyo protagonista principal, Fidel Castro, es ejemplo de fuerza, personalidad y convicción antimperialista. Hombres como él existen cada 2 mil años en todo el mundo”, dijo el reconocido saxofonista y fotógrafo Johannes Barthelmes (Speyer, 1953; radicado en Berlín hace 36 años).

“Viajo mucho y te puedo asegurar que en lugares tan apartados como el último rincón de la India, las gentes desconocen quién fue George W. Busch, pero sí saben quién es Fidel Castro… Valoro mucho en los cubanos su arte para sobrevivir ante los múltiples problemas que les ocasiona el bloqueo impuesto por Estados Unidos. En Europa falta esa alegría que se ve aquí en el día a día. Allá la mayoría de las personas tienen resueltas sus necesidades elementales, pero no son felices porque la sociedad de consumo impuesta por el capitalismo les exige más y más…”, enfatizó.

Algunos de los críticos más prestigiosos del viejo continente han exaltado la magia interpretativa de Barthelmes. Para Volker Kriegel, del periódico FAZ (Frankfurter Allgemeine Zeitung), de Frankfurt, influyente publicación alemana, él “entra al escenario y aparece una luz. Su ejecución del saxofón es animadísima, con encendido discurso, en el que sobresalen la técnica y las ideas”; en tanto Radio Alemania lo juzgó como uno de los más increíbles maestros de ese instrumento, con el que ganó palmas en célebres festivales de jazz de Berlín, Frankfurt, Malasia, Vietnam, China y Suecia.

Uno de sus más exitosos discos, Concierto de los hijos perdidos (Konzert der verlorenen Söhne), fue estimado por el reconocido crítico alemán Uli Olshausen entre “las mejores producciones de los últimos 50 años”; mientras que el también experto en jazz, profesor doctor Joachim-Ernst Berendt, subrayó que la música de ese CD de 1991 era comparable con la producción de esa época de Stanley Gayetzky (Pensilvania, 1927-Malibú, 1991), más conocido como Stan Getz, relevante saxofonista tenor en la historia del jazz.

La autorizada enciclopedia alemana RoRoRo Lexicon (Jazz) señala que “en algunos momentos de su interpretación, Johannes se muestra con una energía que provoca éxtasis; en otros, lleno de sentimiento, con una luz que emana del fondo de su alma para situarse en primera línea”.

Este sencillo y amigable hombre de mediana estatura, con melena descuidada y generalmente vestido de colores grises, blanco y negro, se especializó de tenor en saxofón (música clásica y jazz) en la Universidad de Música y Artes Escénicas de Graz, Austria, donde fundó en 1980, junto con el pianista Michael Bardo Henning, el cuarteto Serene y grabó varios discos. En los años 90 actuó y compuso partituras para diferentes bandas de jazz, en tanto hacía dúos con el pianista, compositor y productor germánico Uli Lenz, cultivador del jazz moderno. Con él hizo el CD Concierto de los hijos perdidos y el no menos laureado Árbol de Trane (Trane’s Tree).

La incómoda modestia de Barthelmes dificulta conocer su exitosa carrera, la cual hay que buscar en su biografía, catálogos o en disímiles sitios de Internet, donde conocimos que ha acompañado a grandes figuras de todo el mundo, como los norteamericanos Gary Valente (trombón), Bill Bickford (guitarra), Cindy Blackman-Santana y Billy Hart (batería), Santi Debriano (bajo), Hannibal Marvin Peterson (trompeta) y Joanne Brakeen (piano).

Entre 1994 y 1998 fue premiado por la crítica discográfica alemana como uno de los músicos más distinguidos. Luego emprendió, acompañado por Uli Lenz, una gira por el sudeste asiático. “En ese viaje —dijo— quedé tan inspirado por lo visto y vivido, sobre todo en Vietnam, que decidí incursionar en la fotografía, fundamentalmente de personas”. Tras su primera exposición en la Galería Nacional de Arte en Kuala Lumpur (1999), ganó otros éxitos en muchos países. En La Habana se recuerda su muestra en la sala Orígenes (2012).

Ovacionado como saxofonista y compositor en respetados escenarios de todos los continentes, alrededor del año 2000 comenzó a padecer de repentino olvido de su música, causado por alteración temporal de su funcionamiento físico normal, situación que lo alejó del saxo durante 16 años. “Quería morir cuando intentaba tocar y no podía hacerlo, entonces me refugié en la fotografía artística. Fue precisamente ahora, en La Habana, donde se produjo mi reencuentro con el saxo. La belleza, sensualidad e inspiración que provoca en mí esta ciudad hicieron posible que volviera a ejecutarlo como siempre”, manifestó el artista apreciado como “milagro acústico” en el Festival de Jazz de Berlín (1999).

Johannes ha escogido a nuestro “nostálgico y sublime” malecón como escenario de sus ensayos de saxo. “Allí experimento mucho, pues en mis creaciones musicales hay inspiración, lo cual es típico en la música jazz. No me gusta ir al escenario con ideas ni partituras preconcebidas, sino desbordar en él todo mi instinto. Me encanta e interesa el reto de empezar con una mente vacía. En la fotografía hago similares ensayos… para mí es más importante contar historias con sentimiento que repetir otras fríamente”.

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