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Economía al Debate: Seguirle el paso

Alfredo Vázquez
Alfredo Vázquez

Por Alfredo Vázquez *

Dos años de necesarias decisiones para dotar de facultades y dinamizar la gestión de la empresa estatal, no podemos disociarlos de la influencia del desfavorable comportamiento de los precios de nuestros principales rubros de exportación e importación y de las oscilaciones cambiarias; de un entorno de crisis económica; y otras restricciones financieras agravadas por el bloqueo, fuente histórica, entre otras, del lastre para el  desarrollo que significa, el deterioro  del plantel industrial del país.

Debo jerarquizar, además, que sin políticas de choque, el país destinó grandes recursos financieros para  pagar deudas internacionales, eso ha  permitido restablecer gradualmente  nuestro prestigio ante acreedores y  socios, y ampliando la capacidad comercial y financiera futura, que junto a medidas tomadas para resolver   problemas estructurales de la economía y otras por aplicarse, como la  unificación monetaria y cambiaria,  irá propiciando resultados superiores de forma paulatina y en correspondencia con el Programa de Desarrollo que se apruebe.

En ese camino hay que continuar concretando la concepción de la empresa estatal como forma principal  en la economía, reflejado en los resultados del 2015 y el plan del 2016,  no por el valor  absoluto de la riqueza lógicamente mayor que aporta —por ser la forma de gestión que prevalece y prevalecerá—, sino porque es superior el per cápita por trabajador y su  crecimiento, que representa del PIB  y de los tributos al presupuesto del  Estado.

En ello comienzan a jugar su papel los mecanismos de distribución de una parte de la nueva riqueza creada, tanto a través del salario  como por el estímulo de la utilidad,  cuyas políticas acaban de ser perfeccionadas para continuar impulsando  la participación de los trabajadores  en la gestión económica.

Sin embargo, se manifiestan problemáticas que son blancos de las críticas de los trabajadores, relacionadas con la insuficiente preparación de las direcciones administrativas a cada nivel, para impulsar  las transformaciones aprobadas,  reflejándose en su incapacidad, en  no pocos casos, de dar respuesta de  su competencia en las asambleas de  trabajadores.

Sistema económico cubano. Foto: Tomada de internet

También continúa limitada la autonomía y facultades de las unidades empresariales de base (UEB),  muchas de ellas anteriores empresas. En disimiles ocasiones no se  desagregan los indicadores directivos y límites del plan hacia las UEB  como corresponde, no creándose las  condiciones para vincular el salario  por los resultados a ese nivel, lo que  disgusta y desmoviliza a los colectivos ante las insuficiencias existentes  en los mecanismos de distribución.  Ello debilita el control colectivo,  como parte del sistema de control  interno, siendo una necesidad vital  fortalecerlo.

Se mantienen insuficiencias técnicas, organizativas y falta de objetividad en la planificación, reflejado  en una deficiente conciliación, contratación, inoportuno e ineficaz aseguramiento material y financiero, e incertidumbre en colectivos donde el  plan no se ha aprobado y presentado  a la fecha; en cuyos mecanismos hay  que profundizar integralmente en la  sinergia y encadenamientos del sistema empresarial. Es un asunto que  compromete el cumplimiento del  plan y que repercute en el empleo y el salario de los trabajadores.

Avanzar en la preparación de los directivos y trabajadores y en su responsabilidad con el control, repensar  el papel y la autonomía de las UEB y continuar con el perfeccionamiento  del entorno macroeconómico en que  debe desarrollarse la empresa estatal  socialista  —que le permita competir  en igualdad de condiciones con otras  formas de gestión—, seguirá siendo  la fortaleza esencial que ha sostenido nuestro sistema económico.

*Jefe del Departamento de Eficiencia Económica de la CTC

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