Aún cuando en lo que va de año alguna que otra lluvia ha mojado a Santiago de Cuba los embalses no se han dado por enterados y la provincia y su millón de habitantes tratan de seguir el ritmo de vida habitual bajo el impacto de una de las peores sequías de los últimos tiempos.
Este suroriental territorio dispone hoy de tan solo el 28 por ciento de la capacitad total del agua que acumulan sus embalses, un hecho que si bien alarma no inmoviliza a quienes tienen sobre sus hombros la difícil responsabilidad de administrar el imprescindible recurso.
Diversas alternativas se aplican en busca de “estirar” lo poco que hay: se perforan pozos, se alargan los ciclos de distribución (algunos llegan hasta los 20 días), se suministra con pipas a varias comunidades, y desde hace ya una semana se estrena la venta de agua purificada, a un precio de 0.20 centavos el litro, una medida que no solo tranquiliza a las poblaciones beneficiadas en lo que respecta a la garantía de su disponibilidad, sino también de su calidad.
Ven, coge tu agua aquí
En cinco puntos de la provincia, cuatro en la localidad cabecera de Santiago de Cuba y uno en el municipio de Guamá, están instaladas sendas plantas de tratamiento de agua (de tecnología china), ubicadas en comunidades en las que el líquido llega con mucha limitación, dígase la zona de Acopio-Caney, el Salaito (Carretera de Siboney km 5 ½ ), el rebombeo de Boniato, la casa comercial de acueducto y alcantarillado del poblado El Cristo, y en similar ubicación en Chivirico, Guamá.
Los santiagueros que hasta el momento conocen de esta modalidad no dejan de mostrar su agrado. Argumentos como los de Martha Méndez, una de las que en el poblado de Boniato ya “probó”, resultan sin dudas convincentes.
“No hay que hervirla, con eso voy ganando en ahorro de tiempo y de gas, pero además tengo la tranquilidad de consumir un agua pura, parece cristal de lo transparente, yo compro para mi casa y le mando a mi hija que vive un poco más lejos de aquí”.
Similar criterio tienen los esposos Gerardo Tamayo y Cruz Milda Garcés, a quienes además el precio del producto les parece “razonable, como solo es para tomar la cuenta nos da, dice ella, ya casi se nos acaban los primeros litros que compramos, así que en breve regreso por más”.
Vale reconocer que aún buena parte de la población de Santiago de Cuba desconoce esta nueva opción, urgida de mayor divulgación por diferentes vías, pues el agua purificada está al alcance de todo aquel que desee adquirirla, sea o no residente en las comunidades donde se expende el líquido, recomendado para ser consumido por cualquier persona, con especial énfasis aquellas con padecimientos que afectan los riñones, por el bajo contenido en sales que posee.
Buenos argumentos
Los ingenieros Tamara Tirado Fernández y Amed Ábalos Sánchez, ambos especialistas de Aguas Santiago, se han preparado en teoría y práctica de agua purificada, y se encargan de monitorear todo cuanto tiene que ver con la calidad del producto y con la capacitación y entrenamiento a los operarios de las plantas, cuya capacidad de procesamiento es de 500 litros por hora.
“Pero si aumenta la demanda la tecnología nos permite alcanzar el doble, acota Amed, con la ventaja de que ellas están diseñadas para tratar agua captada directamente de las fuentes, ‘cruda’ podríamos decirle, pero aquí la procesan ya potabilizada, eso añade dos ventajas, primero reafirma lo óptimo del líquido final, y segundo se cuidan las membranas y el filtro grueso de la planta, de los elementos más costosos que posee.
“Por uno y otro componentes el agua pasa en un primero momento, para recoger los sólidos en suspensión, luego es enviada a filtros de ósmosis inversa, que es el principio bajo el cual opera esta tecnología, y allí se eliminan minerales y sales, y finalmente pasa por un tubo que inyecta radiación ultravioleta para destruir todo tipo de bacterias”.
Tales procederes garantizan la pureza, verificada no solo por especialistas de Recursos hidráulicos sino también de Higiene y epidemiología.
“Los parámetros que arroja son excelentes, precisa la ingeniera Tamara, para que se tenga una idea exacta, la norma cubana establece hasta cinco unidades de turbiedad y la salida de la planta es de 0.02 unidades, con muy pocas partículas solidas en suspensión.
“Ahora bien, vale aclararle a la población que este tipo de proceso no le deja al agua el residual de cloro libre que sí posee aquella que se suministra por otras vías, por lo que se corre el riesgo de contaminación si el usuario no pone cuidado en su manipulación, de ahí que recomendamos tratarla con hipoclorito de sodio como está indicado por los especialistas de Salud Pública.
“No obstante, sea purificada o potabilizada, los santiagueros pueden estar seguros de que aunque tenemos poca agua, la que llega a los hogares es de calidad”.