La excelencia moral es resultado del hábito.
Nos volvemos justos realizando actos de justicia;
templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía.
(Aristóteles)
En una pequeña colina, donde se interceptan la Circunvalación Sur y la Carretera Central, en la salida de Las Tunas hacia la ciudad de Holguín, se yergue majestuoso el ranchón La Rotonda. Centro célebre por la calidad de los servicios que ofrece y la prestancia de sus trabajadores.
Allí, los días y las noches transcurren en el ajetreo normal de una instalación de su tipo, que acoge a visitantes nacionales y extranjeros de tránsito hacia polos turísticos y otros sitios de la región oriental de Cuba o viceversa; y a la farándula local en las madrugadas, cuando la ciudad duerme.
A pesar de la heterogeneidad del público que lo colma, es un sitio apacible, en el cual se puede disfrutar a plenitud, pero…
El hecho…
El amanecer del 29 de febrero transcurría en total normalidad, hasta que un intruso enmascarado, “salta y se sienta en el mostrador, apunta con un arma a Yuri, mi compañera en el turno. Ella se desplaza hacia el interior y, entonces, el malhechor apunta el arma hacia mí, me lanza una mochila y me conmina a que le eche el dinero recaudado”, recuerda el dependiente gastronómico Gregorio Mora Beltrán.
El inusual e inesperado hecho no amedrentó a Gregorio: “Yo aprovecho un descuido y me abalanzo sobre el agresor, un muchachón joven y fuerte, y comienzo solo el forcejeo hasta que algunos clientes se dan cuenta del problema y acuden en mi ayuda. Juntos pudimos neutralizar el intento de robo. Ya Yuri había llamado a la policía, que llega y arresta al autor”, reseña.
Aparte con los protagonistas…
Gregorio ocupó espacios en estas páginas, cuando el reportaje Donde manda la honradez (25/10/2011) daba cuentas de su honestidad, palpable en la devolución desinteresada de medios y dinero dejados por un turista en el propio ranchón.
Y otra vez sus virtudes se hacen tangibles en este acto de valentía, “no me puse nervioso. No puedo ponerme nervioso, enfatiza Gregorio, ante un hecho contra los medios de la Revolución que altera la tranquilidad ciudadana que disfrutamos en Cuba”.
Al joven Gregorio la honestidad, la justicia y la valentía se las inculcaron desde la cuna: “Me crié en un ambiente muy humilde. Eso sí, con una rectitud moral a toda prueba. Mi papá y mi mamá eran trabajadores agropecuarios y con el sudor de sus frentes nos dieron sustento y educación a seis hermanos”, remarca.
Aprovecha la igualdad de oportunidades abiertas por la Revolución, se hace dependiente gastronómico, y aprende inglés y alemán, lo que le permite un desempeño laboral eficiente.
Por su parte, Yurisleidys Rosales Llaudi, la otra trabajadora agredida, confiesa: “No me dio tiempo a asustarme. Eso en Cuba una nunca se espera, parecía algo de película. En el momento de la amenaza, yo le di la espalda al malhechor y fui a llamar a la policía. Después que todo pasó fue que me sentí nerviosa”, confiesa.
Y resume su inesperada experiencia: “Es una suerte tener un compañero así. Él es mi ángel de la guarda”.
Y la moraleja es axiomática: ni las autoridades competentes, ni los trabajadores, ni el pueblo permitirán la impunidad de hechos de esta naturaleza.