Como respuesta a las quejas enviadas por Alejandro Dannenberg, vecino de la calle Morro, en La Habana Vieja, sobre las molestias ocasionadas por la construcción del hotel Packard, los responsables de la obra ofrecieron declaraciones a Trabajadores.
Yulisney Ocampo es el director adjunto del Proyecto Packard, inversión completamente cubana (casi 100 millones de dólares) que cuenta con la asesoría técnica del grupo francés Bouygues Bâtiment. Según el ingeniero, desde diciembre del 2015 comenzaron los trabajos de excavación y movimiento de tierras.
Un total de 8 mil 600 metros cúbicos (m³) extraídos del suelo se tradujeron en más de 715 viajes de camión, pues cada vehículo acarrea 12 m³ de una vez. “Ello genera mucho ruido por el tipo de maquinaria que se emplea, pero afortunadamente para finales de marzo ya debe haber concluido esa etapa”, confirma Ocampo.
Esta es una de las quejas recurrentes entre los habitantes pues los ruidos se extienden hasta pasada la medianoche, explica Alcides García, quien vive colindante a la zona de trabajo y asegura que “los camiones que llegan a cualquier hora y se ponen a pitar, o los trabajadores que hablan muy alto, nada tiene que ver ‘con construir’”.
Ocampo asiente que la indisciplina es un problema de compleja solución, “hablamos con los trabajadores, esta es una zona poblada y hay que respetar el descanso de los vecinos. Incluso, tomamos medidas como desactivar algunas alarmas de maquinarias, aumentando el nivel de atención que deben prestar los obreros”.
En la edificación del Packard se trabaja a doble turno, de 7:00 a.m. a 4:30 p.m., y luego de 4:30 p.m. a 1:00 a.m.; pero, cada mañana antes de comenzar el día, los obreros encargados del acarreo y la limpieza barren la calle Morro, al fondo de la obra. Tal acción la corroboran Marielena Rivera y Alfredo Mínguez, ambos residentes de la citada vía.
Ocampo destaca que uno de los principales objetivos del Packard es vincularse armónicamente con el territorio y solucionar los problemas que puedan surgir de sus trabajos. Sin embargo, en cuanto al achique de agua realizado a finales de febrero para evacuar el líquido en las excavaciones —motivo de la queja presentada a Trabajadores— Ocampo cree que no toda la responsabilidad recae sobre ellos.
Agrega que en cuanto recibieron las quejas del vecindario, retiraron la manguera de la calle y comenzaron a verter hacia Prado. Ocampo no rehúye sus responsabilidades. “Es posible que el agua arrastrara polvo y cemento, pero eso también pudo haberlo ocasionado una penetración del mar o una lluvia fuerte. Nosotros apenas fuimos un detonante de algo latente”, comenta.
Los mismos vecinos confirman que los problemas en las redes hidráulicas y de alcantarillado no son nuevos. Un salidero aquí, dos semanas después otro allá, a dos metros… El recuerdo de esos trabajos son los desniveles, los huecos, los zanjones mal cubiertos.
Sobre otros desperfectos, como la tupición de tragantes, expone Ocampo que tal tema escapa de sus manos, pues solo pueden hacerlo las empresas especializadas, entre otras las que tienen que ver con los arreglos eléctricos y de viales.
La redacción de Buzón abierto entiende que esos organismos responsabilizados con el perjuicio deben una respuesta.