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Apuntes sobre el 8 de marzo en Cuba

Cuba tiene el mérito histórico de estar entre las naciones de América Latina –y en general del tercer mundo– que celebraron por primera vez el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, hace 85 años.

Fue en 1931, bajo el terror implantado por la dictadura del presidente Gerardo Machado, cuando grupos de combativas trabajadoras manuales e intelectuales aglutinadas por la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) y la Federación Obrera de La Habana y otras organizaciones vinculadas al Partido Comunista efectuaron el acto que estrenó la celebración de la significativa efeméride.

El Centro Obrero de Cuba, ubicado  en Revillagigedo # 8, La Habana,  fue  la sede del acto al que asistieron invitadas trabajadoras de  diferentes talleres, comercios y fábricas de la ciudad. Allí pronunciaron discursos Rosario (Charito) Guillaume, por el Comité Pro-organización de la Mujer Trabajadora; Panchita Batet por el Sindicato Textil, una delegada por los zapateros y la obrera Caridad Suárez recitó una poesía.

Por aquellos tiempos el régimen había clausurado  la Universidad de La Habana –única existente en el país por entonces- las cárceles estaban colmadas de presos políticos, las huelgas y otras acciones populares eran reprimidas con extrema violencia.

Tan dramático contexto político no impidió, sin embargo, llevar efecto esta conmemoración surgida a propuesta de la destacada comunista alemana Clara Zetkin, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en 1910, en Copenhague, Dinamarca.

El programa confeccionado para el acto incluía la presentación de una obra teatral y una conferencia sobre el significado del Día Internacional de la Mujer, a cargo de un dirigente sindical.

Minutos después de iniciado, el acto fue suprimido violentamente por la policía. La represión ordenada por el tirano Machado motivó una enérgica protesta del proletariado cubano.

La prensa en Cuba era mayoritariamente burguesa, aunque mostraba diversos matices. El periódico El Mundo sólo se refería al acto del 8 de marzo como “un paso para iniciar en Cuba la celebración por el Día de la mujer trabajadora.”

El País, Excélsior y otros rotativos informaban brevemente sobre el citado suceso, pero catalogándolo como una mera fiesta obrera. Silenciaban el verdadero contenido político de aquella recordación  en la que se denunció la explotación y la discriminación que sufrían las trabajadoras y se exigían sus derechos.

Antes del triunfo de la Revolución Cubana, en enero de 1959, sólo algunas organizaciones progresistas conmemoraban el Día Internacional de la Mujer.

Es a partir de entonces cuando la efeméride ha logrado convertirse en una fecha de todo el pueblo, y más exactamente cuando fue constituida la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en agosto de 1960, que se festeja en forma masiva.

Desde entonces llegó para siempre la dignificación plena de las mujeres cubanas. La igualdad y el respeto creados por una sociedad nueva les permitió explotar a plenitud sus incalculables potencialidades como seres humanos y llegar así a ocupar el  lugar que merecida justamente les corresponde.

A la par del hombre, como compañera en la producción y en los servicios, el trabajo, en los sueños y en la defensa del país, las mujeres cubanas  festejan este 8 de marzo como partícipes directas en la actualización de modelo económico en el Isla y unen sus voces a las de millones de personas que en todos los confines del orbe dicen No a la guerra, No al terrorismo, No a la violencia de género e intrafamiliar  con la convicción de que un mundo mejor es posible.

 

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