Cuba se ha sumado a los reclamos de justicia hechos desde todas partes del mundo y condena el asesinato de la líder indígena y ecologista hondureña Bertha Cáceres.
Declaraciones realizadas desde Caracas, Venezuela, por el vicecanciller cubano Rogelio Sierra quien participó en los actos de homenaje por el tercer aniversario de la muerte del presidente Hugo Chávez (1954-2013), llaman a que “se investiguen consecuentemente los hechos y se sancionen a los responsables”.
“Nos solidarizamos con los sentimientos de dolor y tristeza que embargan hoy a representantes de las organizaciones sociales hondureñas y apoyamos su derecho a defender el medio ambiente”, afirmó Sierra.
El Centro Memorial Martin Luther King (CMLK), donde Cáceres fue recibida en varias ocasiones, hizo pública una declaración donde asegura que “para nadie resulta ajeno que Bertha encabezada una lucha contra todo un sistema, no solo en Honduras, donde luchaba por el derecho de los pueblos indígenas, campesinos; es que su lucha trascendió las fronteras.
“Había sido amenazada, presa, agredida, perseguida, criminalizada. Bertha siguió resistiendo, organizando, poniendo el cuerpo. No pudieron con ella. Le tenían miedo porque no les temía. La mataron. Cobardes”, denunciaron desde el CMLK.
“Su muerte nos recuerda hasta donde pueden atreverse, hasta donde pueden llegar si no los páramos, advierten.
“Vienen con todo contra el pueblo que resiste. Es un momento para ir a la calle, para fortalecer la lucha, para denunciar a los enemigos del pueblo, para unirnos contra el imperialismo y las trasnacionales que no se pararan si no los detenemos”, convocan.
Testigos de su lucha en defensa dan fe de que esta mujer color canela, rebelde y valiente, hablaba con los ríos pues consideraba a su pueblo lenca como custodio ancestral de este recurso natural, el que se halla además “resguardado por los espíritus de las niñas que nos enseñan que dar la vida de múltiples formas por la defensa de los ríos, es dar la vida para el bien de la humanidad y de este planeta».
«Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de solo estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal», declaró en ocasión de recibir, el pasado año en Estados Unidos, el Premio Goldman de Medio Ambiente
«El Río Gualcarque, ubicado en las inmediaciones de su tierra natal, nos ha llamado, así como los demás que están seriamente amenazados. Debemos acudir»,
A sus honras fúnebres en su pueblo natal, La Esperanza, asistió un río de gente, miles de hondureños, muchos que no le conocieron, y representantes de organizaciones de Brasil, Estados Unidos, Suiza, México y Centroamérica. Familiares, amigos y dirigentes políticos, entre ellos el expresidente hondureño Manuel Zelaya, quien supo de la solidaridad de Cáceres cuando fue destituido de su puesto.
Junto a su ex esposo, Salvador Zúñiga, Cáceres fundó en 1993 el Comité de Pueblos Indígenas de Intibucá (COPIN), más tarde el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), institución desde la cual denunció la situación de pobreza, la falta de tierras y la marginalidad en que han vivido los lencas.
Esta mujer, que un día después de su asesinato hubiera cumplido 45 años, encabezó las primeras peregrinaciones indígenas del pueblo lenca a Tegucigalpa para exigir al Legislativo y el Ejecutivo conquistas sociales y respeto a todos sus derechos.
Desde 2009 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) había solicitado que el gobierno de Honduras le ofreciera medidas cautelares de protección, con las cuales, supuestamente, contaba el día del crimen. Días antes la activista había denunciado el asesinato de cuatro de sus compañeros y que otros más recibieron amenazas.
«Quieren detener el incendio que se propaga pero hay fuegos que con agua no se apagan. El asesinato de Berta Cáceres multiplicará la lucha«, posteó René Pérez, el Residente del grupo musical puertorriqueño Calle 13. «El mundo ha perdido a una líder indígena increíble. Todos debemos honrar las contribuciones valientes de Cáceres, ecologista, humanitaria e inspiración para todos», proclamó el actor estadounidense Leonardo Di Caprio desde Instagram.
Mientras la indignación se extiende por el mundo, peritos hondureños reconocen que los asesinos entraron a viva fuerza en la residencia de la ecologista y le dispararon a quemarropa a ella y al sociólogo ambientalista mexicano Gustavo Castro Soto, miembro de la organización civil Otros Mundos Chiapas, dedicada a la protección de medio ambiente y con actividades contra la minería. Este último resultó herido pero sobrevivió al ataque.
Los investigadores del caso han deslizado como posibles móviles del crimen, un mundano crimen pasional, pero este argumento no solo ha avivado las denuncias y reclamaciones del mundo.
Tal como ha reconocido la prensa hondureña, en los últimos meses, Cáceres encabezó la lucha por la defensa del río Gualcarque, en el noroccidental departamento de Santa Bárbara, donde una compañía ha planificado una represa hidroeléctrica, que dejaría sin agua las tierras del pueblo lenco.